Un voto por un piso
¡Qué va! Estas elecciones no van a cambiar nada. Yo lo que quiero es que me den un piso", sentenciaba Rachida, de 41 años, mientras agitaba en el aire su cartilla electoral. Viuda y madre de cinco hijos, no ha faltado a ninguna de las votaciones del círculo institucional al que se refería también ayer el presidente Liamín Zerual: presidenciales, en 1995; referéndum constitucional, en 1996; legislativas, el pasado junio, y, por supuesto, las locales de ayer. Todas tienen su respectivo sello en la cartilla, un documento que sirve para facilitar a los votantes la localización de las mesas electorales pero que también suele ser exigido por la Administración para la concesión de ayudas, pensiones o puestos de trabajo.
El problema de la vivienda es uno de los principales retos a los que deberán enfrentarse los nuevos gobernantes locales surgidos de las elecciones. Como Rachida, que vive de prestado en casa de su madre, miles de argelinos se encuentran hacinados en los bloques de pisos minúsculos. Y sin suministro de agua corriente dos de cada tres días en muchas barriadas de aluvión.
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