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El ejercito 'ocupa' Argelia para prevenir atentados ante las municipales de mañana

Juan Carlos Sanz

"Aquí. Estas tres manchas de sangre. Aquí es donde se estrellaron los cuerpos de tres bebés arrojados desde la azotea". Los supervivientes de las matanzas de Sidi Rais (300 víctimas, hace dos meses) y Bentalha (250 muertos, hace un mes) daban fe ante un grupo de periodistas extranjeros de la persistente memoria del horror en los alrededores de Argel. Sólo los pasquines electorales recordaban que mañana los ciudadanos eligen por primera vez en siete años a sus representantes municipales y provinciales. Y el Ejército, que se ha desplegado en todo el país para garantizar la seguridad en estos comicios clave.

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Los soldados son omnipresentes en cruces de carreteras, campos de naranjos de la Mitiya (la fértil llanura que rodea la capital) y en las esquinas de esas ciudades fantasma que son Sidi Rais y Bentalha. Codo a codo con ellos, civiles armados por el Estado. El Ejército argelino, unos 150.000 soldados, incrementa hasta 200.000 su número de efectivos durante los periodos electorales mediante una prolongación temporal del servicio militar obligatorio y la movilización parcial de reservistas. Según estimaciones de Le Monde Diplomatique, los llamados grupos de autodefensa o patriotas suman en la actualidad unos 100.000 civiles armados con escopetas de caza o fusiles de asalto anticuados, una cifra similar a la de los guardas comunales, paramilitares que colaboran con la gendarmería en la lucha contra la guerrilla islamista. En Sidi Rais, 20 kilómetros al sur de Argel, los Kaláshnikov de los patriotas estaban en alto; las casas, ennegrecidas por las explosiones de la madrugada del 28 de agosto, y los restos de sangre ya se habían mezclado con los escombros. "Los soldados estaban allí, en el centro del pueblo, a unos 800 metros, pero no pudieron hacer nada", relataba ayer un familiar de cuatro de las víctimas de la peor matanza ocurrida en Argelia, que había acudido a limpiar la casa de sus parientes. "No sé cómo pudo ocurrir. Aquí éramos neutrales. ¿El FIS? Sí claro, aquí ganó el FIS con el 80% de los votos en las municipales de l990", intentaba explicar.En la carretera que va de Sidi Rais a Bentalha, pasando por Baraki, aún quedan pintadas del Frente Islámico de Salvación (FIS) en los muros. Pero casi todos los árboles de las cunetas han sido cortados o quemados para impedir las emboscadas del maquis integrista. Y en los cementerios las filas de lápidas orientadas hacia La Meca se ordenan sobre tierra recién removida, Los soldados en uniforme de camuflaje jalonan la ruta. Más de 60.000 han sido movilizados para reforzar las tareas habituales de la policía y la gendarmería.

El grueso de las fuerzas de élite del Ejército, sin embargo, se concentra desde el pasado fin de semana en la operación del bosque de Bainem, en las afueras de Argel, contra un comando de los Grupos Islámicos Armados (GIA), y en varios despliegues antiguerrilla en el centro y el oeste del país.

Cerrar el círculo

No es previsible que las votaciones de mañana marquen un unto de inflexión en la escalada de violencia en Argelia. Pero presidente Liamín Zerual retende con estos comicios cerrar el círculo del sistema insticional que puso en pie tras ser confirmado en su cargo por las urnas hace dos años. La reforma constitucional votada en re feréndum en noviembre de 1996 y las legislativas del pasado mes de junio, ganadas por sus seguidores de la Agrupación Nacional Democrática (RND), se completan ahora con la elección de los cargos municipales y de las wilayas (provincias), que designarán a los dos tercios de miembros del Consejo Nacional (Cámara Alta) que no serán nombrados directamente por el presidente Zerual.El alto el fuego decretado por el FIS y su brazo armado, el AIS, no parece estar ya seguro. Un portavoz del FIS en el exilio anunciaba ayer desde Londres que la tregua puede quedar en suspenso si el régimen de Argel no cumple su parte del acuerdo y devuelve la libertad de movimientos a su líder, el jeque Abasi Madani.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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