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La Guardia Civil sigue sin pistas sobre el recluta desaparecido

Jan Martínez Ahrens

Al recluta Miguel Ángel Pablos Ramírez, de 25 años, le esperaba el jueves pasado una licenciatura en Ciencias Empresariales, una novia en Villaviciosa de Odón y un equipo de fútbol en Navalcarnero. Pero aquella mañana Miguel Ángel ni fue a recoger su título, universitario, ni a comer con su chica, ni a entrenarse con su equipo. Simplemente desapareció. Desde las 9.30, hora en la que se supone que salió del cuartel general del Ejército del Aire en Madrid (Moncloa), su paradero se ha convertido en una incógnita que la Guardia Civil aún no ha conseguido despejar.

En la vida de Miguel Ángel todo encaja, excepto su desaparición. El hombre, recién terminada su carrera de Ciencias Empresariales en la Universidad Complutense, disfruta de una relación sentimental estable y ha convertido en éxito su afición favorita: el fútbol. Una pasión que le ha llevado hasta las filas del Navalcarnero, de Tercera División.Tampoco su paso por el servicio militar le ha deparado, siempre según los datos aportados por la familia, ningún disgusto. Destinado al cuartel general del Ejército del Aire, ocupaba hasta, su desaparición (a tan sólo 28 días de licenciarse) un cómodo puesto de enlace que le permitía dormir en casa y entrenarse con su equipo. Hasta que llegó el jueves.

Ese día, a las 7.50, entró en el cuartel. No por mucho tiempo. A las 9.30 iba a ir al campus de Somosaguas para recoger su título de Ciencias Empresariales. Para ello disponía de un permiso para abandonar el servicio. Debido a su puesto de enlace en las dependencias militares, sus entradas y salidas eran continuas, hecho que ha impedido a los centinelas del cuartel determinar con seguridad a qué hora las abandonó. "Están convencidos de que se marchó, pero no pueden concretarlo. Aun así, nos han asegurado que su salida fue grabada por las cámaras de seguridad del recinto", explicó ayer su hermano Pedro.

A las 8.15, antes de su presunta marcha, Miguel Ángel retiró 25.000 pesetas de un cajero automático instalado en el propio cuartel. El dinero, en opinión de sus familiares, lo iba a gastar en invitar a comer a su novia y en comprar regalos para el cumpleaños de su padre (un obrero en una fábrica de motores). Para ello su plan era el siguiente: subir al metro en la estación de Moncloa, parar en la estación de Príncipe Pío y coger el autobús rumbo a su casa de Villaviciosa de Odón (población que se ha movilizado ante este caso), allí pensaba utilizar el coche de la familia para trasladarse a Somosaguas; posteriormente iba a comer con su novia, comprar los regalos e ir al cine. Todo a la luz del día.

La Guardia Civil mantiene todas las hipótesis abiertas. La familia, que hoy se entrevistará con el delegado del Gobierno en Madrid, Pedro Núñez Morgades, no ve ningún motivo que pueda justificar su desaparición e insiste en el talante sociable y tranquilo de Miguel Ángel para negar cualquier posibilidad de escapada. "Es de esos chicos que cuando se retrasan llaman por teléfono. No tiene, ningún problema y en el cuartel tan sólo le falta un mes para licenciarse", comentó el hermano.

El día de su desaparición, Miguel Ángel vestía vaqueros, zapatillas deportivas blancas y polo azul. Llevaba gafas de montura metálica, una alianza de plata y un reloj digital.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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