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Kohl pone a prueba la lealtad de su partido con vistas a otra reelección

Pilar Bonet

El canciller Helmut Kohl, que desde hace 15 años dirige el destino de Alemania, pone a prueba la lealtad, apoyo y cohesión de su partido en torno a su persona con vistas a los comicios legislativos del 27 de septiembre de 1998 en el Congreso de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), que hoy comienza en un clima de abierta campaña electoral. Más de mil delegados participan en los debates, que supondrán la primera radiografía de la CDU en el camino hacia las urnas, aunque la aprobación del programa quede para mayo del año próximo.

La reunificación de Alemania y la vocación europea, que se plasma en la firme voluntad de introducir la moneda única en 1999, son dos puntos fuertes de Kohl. Este político de 67 años, con medio siglo de militancia democristiana, sucumbió en abril, durante su cura anual de adelgazamiento, a la tentación de competir por quinta vez para el cargo que ocupa hoy. El activo canciller, que el sábado degustaba embutidos en la mayor exposición de productos alimenticios del mundo en Colonia, es un símbolo de estabilidad y seguridad para muchos de sus compatriotas. Sin embargo, en los últimos tiempos, su imagen se ha visto sometida a un proceso (le erosión. A ello ha contribuido, en parte, el fracaso en la reforma fiscal, que ha irritado a los industriales, y la incapacidad para contener el paro, que preocupa a los sindicatos. En el telón de fondo del desgaste está la dificultad para abordar con nuevas ideas y nuevo estilo los desafíos que la globalización impone a una sociedad acostumbrada al bienestar y reticente al cambio.En víspera del congreso, un sector del partido ha criticado abiertamente a Kohl y ha cuestionado su liderazgo. El presidente de las Juventudes Demócratacristianas, Klaus Escher, ha pedido al canciller que deje de concentrar cargos y dimita como presidente de la CDU, si gana las elecciones. Escher pertenece al grupo conocido como los jóvenes salvajes, una denominación algo exagerada, ya que se trata de políticos moderados que han superado la treintena y cuya osadía reside en creer en el valor positivo de los conflictos. Analistas de la política interior alemana consideran que los jóvenes salvajes tienen poco peso en el partido y no suponen un verdadero desafío para Kohl.Contra el consenso

Creo que la capacidad de reforma de Alemania, y también de la CDU, está entorpecida por la cultura del consenso que se desarrolló en la etapa de crecimiento", señalaba Escher al semanario Die Zeit. Entre 1990 y 1994, la cuestión de la unidad alemana fue el centro de la política, pero los primeros dos años de la legislatura después de 1994 se perdieron para la reforma económica, afirmaba Peter Müller, otro de los salvajes. La credibilidad de Kohl y del congreso depende de su. capacidad para impulsar una modernización, señala Escher.

Kohl, que controla férreamente el aparato del partido, ha rechazado la idea de separar la dirección de la CDU y la Cancillería. El dirigente ha exhortado a sus críticos a pronunciarse abiertamente en el congreso y ha afirmado que pedirá la confianza de este foro. "El que no quiera que vuelva a ser candidato, debe decirlo abiertamente", declaró Kohl a la revista Focus. Por su parte, Chriístian WuIff, el jefe de la CDU en Baja Sajonia, ha dicho que la renovación es necesaria para evitar que el partido repita el destino de los Buddenbrook, la familia de la alta burguesía cuya peripecia noveló Thomas Mann. "La primera generación ganó el capital, la segunda lo multiplicó, y la tercera lo derrochó", señaló Wulff.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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