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El saqueo de Angola

Fanatismo, corrupción y miseria emponzoñan un país saturado de petróleo y diamantes

Alfonso Armada

El país más rico y devastado de África chapotea en una paz de sangre que no acaba de secarse. Casi 40 años de gatillos (15 contra el racista colono portugués, 22 de guerra civil) no se arrancan de cuajo ni de la memoria ni de la costumbre. Salvo Alioune Blondin Beye, el hombre de las Naciones Unidas en Angola, que pese a desayunarse sapos todas las semanas no pierde jamás el optimismo "contra los enemigos de la paz", los angoleños de a pie no están dispuestos a apostar un nuevo kwanza reajustado (450.000 a cambio de un dólar) por este país bendecido con gigantescos yacimientos de petróleo, diamantes de primera calidad y una tierra fértil como pocas.Una guerrilla de fanáticos que entrenó China y financió la CIA en la guerra fría y uña clase gobernante corrupta hasta las cejas, que saltó olímpicamente del bloque soviético al beneplácito de compañías petrolíferas estadounidenses y francesas, negocian el reparto del poder mientras el pueblo se busca la vida en un lodazal de miseria.

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El analista portugués Sousa Tavares se despacha a gusto cuando airea que lo que desde hace varios años separa a la guerrilla de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) del gubernamental Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA) "no tiene nada que ver con cuestiones ideológicas, ni con divergencias políticas, étnicas o militares. Es apenas la repartición del botín, la rapiña de Angola, lo que les preocupa", y remacha: "Es un país donde la mafia está en el poder y los jemeres rojos en la oposición". El Gobierno se escuda en la paz que no llega y periódicamente expulsa a miles de africanos a los que culpa del caos económico, al tiempo, que trata de agradar al Fondo Monetario Internacional (FMI) jugando al liberalismo total. El poeta, antropólogo y cineasta Ruy Duarte de Carvalho, tiene su propia versión: "Un holocausto de energías que nos transformó a todos en comerciantes". La esperanza de vida de los angoleños no llega a los 45 años y las víctimas de la guerra (70.000 mutilados, 70.000 niños de la calle sólo en la capital) pasean su obsceno cartel por calles devoradas por la ruina. Luanda no es más que el escaparate de una miseria sin fin.

Tras infinitas demoras, el pasado abril se formó en Luanda el Gobierno de Unidad y Reconciliación Nacional, el indigesto. GURN. Desde entonces, los cuatro ministros y siete viceministros de UNITA han comenzado a saborear las dulzuras de la vida urbana (para quien tiene dinero) y de los hoteles a 200 dólares la noche (30.000 pesetas). Abel Epalanga Chivukuvuku, el jefe del grupo parlamentario que forman los 70 diputados de UNITA, niega de espaldas a la bahía de Luanda, que se domina desde el piso decimosexto del hotel Presidente Meridien, el más lujoso de la capital angoleña, que tanto su jefe, el incombustible Jonás Savimbi, como el presidente de Angola, José Eduardo dos Santos, que llevan combatiéndose a sangre y fuego desde

1979, sean dos dinosaurios de la política, y menos que aspire a suceder al mais vello (el más viejo, como sus fieles llaman a Savimbi). Pero en Bailundo, cuartel general de la guerrilla, en el Planalto central angoleño, las cosas se ven de otro modo, y los halcones que rodean a Savimbi no se flan. "Temen, con razón", advierte un diplomático europeo, "que la conversión a la política hará cada vez más pesado el hipotético regreso al mato y a las armas". Chivukuvuku habla otro idioma y no padece el miedo de Savimbi a vivir en la capital, y eso a pesar de que llegó a teniente coronel de la guerrilla y fue herido en una pierna durante los confrontos de 1992, cuando UNITA rechazó el veredicto de las urnas y reanudó la guerra con una ferocidad que redujo a escombros ciudades como Kuito y dejó carcomida por la lepra de la metralla a otras como Huambo, ambas en el Planalto, y feudos de Savimbi y su tribu, los ovimbumdu.

El viejo aliado de la racista Suráfrica contra los comunistas de Agostinho Neto, Savimbi, sigue teniendo en jaque, al Gobierno y tasando la paciencia de la ONU. "No hay duda de que es un gran jugador", admite un alto responsable de la MONUA (Misión de Observación de las Naciones Unidas en Angola), heredera de UNAVEN I, II y III, uno le los operativos más costosos de la organización, que, con 3.000 hombres sobre el terreno, sigue devorando un millón de dólares diarios (unos 150 millones de pesetas) y todavía, carece de fecha de caducidad. Savimbi sigue jugando fuerte tras la caída de Mobutu, su último aliado, y cuenta todavía con miles de sus más aguerridos y mejor armados hombres, sustraídos a toda verificación. "Sólo con la mano al cuello (con la amenaza de san ciones de la ONU)", subraya un oficial de la MONUA, "y en el último minuto, UNITA va cumpliendo los acuerdos alcanzados en Lusaka (Zambia), en noviembre de 1994. La semana pasada cedió al control del Gobierno las plazas de Negage (el mayor aeropuerto militar del norte del país, que sirvió durante años a la guerrilla para abastecerse de armas) y Cuango Gunto a la mina de diamantes de Luzamba, una de las más jugosas de Angola). "Parecen pasos inequívocos, pero no se puede asegurar todavía que el camino, de la paz es irreversible advierte un funcionario internacional.Mientras un empresario europeo declara sin pelos en la lengua que la única forma de garantizar que la guerra no volverá es, "la muerte de Savimbi", otros elogian su astucia. El pasado día 30 de septiembre, se libró de un paquete de sanciones de dudosa eficacia. "Hubiéramos agotado nuestro último cartucho, ¿y después que?", se pregunta un portavoz de la ONU, que sigue señalando con dedo acusador a la guerrilla: "Miles de desmovilizados han huido de los acuartelamientos, sigue sin completar la integración de sus unidades en las "fuerzas armadas angoleñas , retiene el control de ciudades como Bailundo, su cuartel general, y Andulo, y se resiste a reconvertir su partisana Radio Vorgan en una emisora convencional. Al presidente Dos Santos, confirman fuentes periodísticas en Luanda, más de una vez le ha costado contener los impulsos de Joáo de Matos, el todopoderoso y eficiente jefe del ejército, que pretendía aplastar a UNITA y acabar así con sus eternas demoras. En mayo y junio pasados y aprovechando la caída de Mobutu (tropas angoleñas participaron junto a las de Laurent Kabila en la campaña contra el dictador zaireño) De Matos entró desde el antiguo Zaire, en la provincia diamantífera de Lunda Norte e hizo retroceder a UNITA en varios puntos.

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Chivukuvuku ni sabe ni contesta a la pregunta de a qué acuerdo han llegado con el Gobierno para explotar los diamantes de las lundas a través de una empresa controlada por su partido-guerrilla, la Sociedad General de Minas. Pero Maurice Tempelsman, amigo personal del presidente estadounidense Bill Clinton, y cabeza visible de La zare Kaplan, una empresa que se dedica a la compra de diamantes, ha dormido más de tres veces en Luanda desde el pasado mes de abril para intentar convencer a las dos partes (MPLA y UNITA) del interés mutuo en llegar a un acuerdó: a cambio de la exclusiva para comercializar los diamantes, Tempelsman garantiza a cada parte 1.000 millones de dólares al año durante medio siglo.

No se sabe cómo va el órdago, aunque parece que UNITA no acaba de convencerse. Por si faltaban argumentos, la Casa Blanca ha accedido a vender una flota de aviones de transporte al Gobierno, y ha advertido a Savimbi, su viejo aliado, que si no cede, tarde o temprano "entenderán" la legitimidad de un ataque contra UNITA como un legítimo ejercicio de soberanía.

El balón ha vuelto a rodar por los polvorientos campos de fútbol de Angola. Un capitán que abandonó el ejército para trabajar en una agencia internacional se lamenta de que sus, compañeros, con "décadas de combate a cuestas, están olvidados por el Gobierno, descargando mercancías en Roque Santeiro", uno de los mercados a la intemperie más grandes y turbadores de África. Un perro con las orejas en carne viva pasea su mal por la Mutamba, el barrio bajo de Luanda. Nadie se inmuta. Nadie se queja. La compañía francesa Elf-Aquitanie acaba de descubrir en aguas profundas un yacimiento que parece descomunal: Dalia. Anuncia que para principios del nuevo siglo la producción nacional de petróleo puede llegar a los dos millones de barriles diarios. Tal vez para entonces la paz haya cuajado en Angola. UNITA y el MPLA hayan encontrado la manera de financiar equitativamente sus desconfianzas y las migajas del país más rico y devastado de África acaben beneficiando a los habitantes de una nación llamada Angola.

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