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Tribuna:EL MARATÓN DE UN PERIODISTA
Tribuna
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Mi segunda salida 16

Mi segunda etapa en el Grupo 16 empezó con un almuerzo con José Luis Domínguez en Las Cuatro Estaciones en otoño de 1995. Domínguez estaba desesperado. Acababa de comprar el grupo por una peseta en el despacho de José María Amusátegui, presidente del BCH. Para mitigar su angustia, el banco le había entregado 600 millones de pesetas en septiembre, 600 millones, oiga, 600 millones. Pero le duraron poco.Al parecer, los 600 millones entraron y salieron de las cuentas del Grupo 16 en pocas semanas, y Domínguez me aseguraba que, si no suspendía pagos, la situación era insostenible. Yo, con la dudosa autoridad que me confería el hecho de haber fundado el Grupo hacía un cuarto de siglo, le aconsejé y di ánimos para que suspendiera pagos, o lo que hiciera falta, con tal de no abandonar su puesto. Debí convencerle, o se convenció solo, y suspendió pagos a fines de año. Como no hizo nada más, suspender pagos las pérdidas continuaron acumulándose, y cinco meses después, la situación del Grupo volvió a ser insostenible. A partir de abril de 1996 empezó a no poder pagarse la nómina. Y las quitas que, al parecer, le había prometido el Gobierno socialista tampoco se dieron. Vinieron enseguida las elecciones, ganó el PP y Domínguez se quedó sin interlocutor y con el Grupo encima. Me llamaba a menudo desesperado.

Al ver que Domínguez no podía salvar al Grupo, yo empecé a echarle cuantas manos podía. Busqué posibles socios -Cadena, MAJ, etcétera- sin éxito alguno, y, finalmente, en agosto de 1996, con todas las puertas cerradas, le dije que yo podía volver a pilotar el Grupo, si él ponía unos dineros que nos permitieran pagar las nóminas recién debidas.

Antes de tomar esa decisión -rara vuelta del fundador a un Grupo 16 del que había sido expulsado por sus bancos hacía dos o tres años- decidí entrevistarme con Miguel Ángel Rodríguez, flamante secretario de Estado de Información del flamante Gobierno de Aznar.

Quise saber si el nuevo Gobierno -a mí me habla echado el otro- estaría en disposición de ayudar al reflotamiento del Grupo 16 con créditos blandos, avales y quitas. Rodríguez, flamante, estuvo señorial y me aseguró que, con tal de que se fuera José Luis Domínguez, el Gobierno nos ayudaría. Sólo había un problema: la competencia Jota. "Habrá que ser discretos en las ayudas", me espetó el secretario de Estado. Mientras tanto, el presidente de la Comunidad de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, me invitó a comer a Viridiana para garantizarme un aval de 750 millones de la Comunidad, tan pronto como yo volviera al Grupo. La Asamblea de la Comunidad lo aprobó por unanimidad.

Con esas tres armas las ayudas de Domínguez en forma de un edificio, las promesas de Rodríguez y el aval de Gallardón- me pareció que podía intentar salvar al Grupo. Convoqué entonces una asamblea del personal, en plena huelga, en un local apestoso por falta hasta de limpieza, y les propuse mi plan: buscar esas ayudas comprometidas de palabra a cambio de que el personal aceptara un plan muy duro de austeridad, con reducción de plantilla y sueldos. Desesperados como estaban, con un, Domínguez que había desaparecido y con un cierre inminente, los empleados del Grupo aceptaron mi plan.

El 5 o 6 de septiembre de 1996, Domínguez se comprometió a vender la mayoría de las acciones del Grupo y a aportarnos la propiedad del edificio del Ya -que era suyo- para hacer el último intento de reflotar la empresa.Y así empecé 13 meses dramáticos en los que aprendí varias cosas: el comité de empresa y el personal cumplieron como señores sus compromisos de austeridad, pero el señor secretario Rodríguez y el señor presidente Gallardón no cumplieron ni años. Los créditos blandos del ICO se esfumaron, la comunicación con Rodríguez se suspendió y me quedé de Interlocutor en La Moncloa con una antigua periodista mía -muy lista y simpática- que sólo servía para proteger a su jefe de mis achuchones y pedidos. Ayuda oficial,cero.

Y Gallardón, bueno, Gallardón buena gente, pero blando. Se le cayeron encima sus gentes y le prohibieron darnos aval alguno. PP José ayudó en esta tarea denunciando repetidas veces al presidente de Madrid por sus comprometidos avales al Grupo 16. Finalmente, en febrero o marzo de 1997, el consejero de Economía de la Comunidad me confesó en un hotel de Puerta de Hierro que su jefe no podía darnos el aval de 750 millones. "Ordenes son órdenes, y Alberto no puede hacer nada por vosotros, aunque bien lo desea. Habla con Fraga y con Pujol. Ellos son los únicos que pueden desenredar esto". Vaya por Dios, el aval al agua. Ni Fraga ni Pujol pudieron hacer nada. PP José manda más en La Moncloa.

Mientra tanto nos llegaron mil avisos de los planes del Gobierno Aznar: dejar caer al Grupo por sí solo, negándole créditos, avales y quitas. Estaban, convencidos de que cerraríamos en el primer trimestre de 1997. Pero no fue así porque empezaron a juntarse dos curvas: la bajada de nuestros gastos y el aumento de nuestras ventas. Al cruzarse esas dos curvas, Diario 16 se acercaba al equilibrio de explotación a toda prisa; en Motor 16, las curvas se habían cruzado, y Cambio 16 andaba casi solo. Salíamos del hoyo, el Grupo se salvaba. Y sin una sola ayuda oficial o bancaria. Llegó el momento de negociar el levantamiento de la suspensión de pagos. Mayo de 1997. La comunicación con el Gobierno estaba totalmente rota. La última entrevista que logré fue con el vicepresidente Rato, en febrero o marzo, para negociar las quitas. Se negó de plano: "Todo lo del Grupo 16 depende de Rodríguez. Yo no tengo nada que decir". Y como Rodríguez estaba incomunicado para nosotros, la respuesta era clara: nada de nada. A pesar de eso, negociamos con los acreedores privados, especialmente los bancos, las quitas y esperas que nos permitieran levantar la suspensión de pagos y seguir adelante. Conseguimos un acuerdo de principio. Pero PP Jota estaba al tanto. Como nuestro periódico subía de ventas, a pesar de nuestras feroces medidas de austeridad en tiradas, papel, transporte y lo que fuera, P.P José tuvo miedo. Y el día antes de formarse el acuerdo con los acreedores, el director de El Mundo lanzó un ataque frontal en la COPE contra los bancos que firmaran quitas y esperas con nosotros. "Si conceden esas quitas, no devuelva usted su crédito al banco, que se lo perdonen también". Cosas de este jaez recomendaba PP Jota a sus oyentes.

Y logró lo que quería. El BBV, en la tarde última piara levantar la suspensión, decidió no firmarla. Le ofrecíamos pagos del 20% de la deuda, y podíamos hacerlo, sin duda, en publicidad. Pero el BBV prefirió perder todo antes que firmar el acuerdo. Y se cayó el acuerdo. PP Jota ganó otra vez.

Después de eso, mi plan de salvación era inviable. Cerradas todas las vías de comunicación con un Gobierno cada vez más derechista y altanero, mi marcha era inevitable. Cuando el comité de empresa y el comisarío de la quiebra lo entendieron así, me marché de vuelta a casa hace tres días. Casi sale.

Y luego, sorpresa, sorpresa, coyunda, coyunda, Domínguez no me transmitió nunca las acciones. Serví de mula de carga y nada más. Que lo intente él ahora si puede. Salud.

Juan Tomás de Salas es el fundador del Grupo 16.

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