Don Manuel y su sombra

Es la sombra y el apagafuegos del presidente, la auténtica bestia negra de la oposición y también uno de los más locuaces protagonistas de la larga precampaña electoral que ya se había calentado durante el verano. Antes, PSOE y BNG consideraban a Jesús Pérez Varela, de 50 años, el poder oculto, pero en 1996 le nombraron consejero, salió al primer plano del escenario y ahora se faja con sus rivales, a cara descubierta, devolviendo cada acusación multiplicada por diez. La carrera de Pérez Varela ha sido fulgurante. En 1989 regresó a Galicia desde Madrid, donde había acumulado una larza trayectoria periodística como uno de los integrantes del gabinete de imagen de la campaña de Fraga. Había otros por encima de él, pero, tras las elecciones, ninguno quiso quedarse en Santiago. Pérez Varela se situó al frente de la oficina de prensa de la Xunta.

Se ganó la absoluta confianza de Fraga y se hizo temer lo suficiente para acumular más competencias hasta ser nombrado secretario general de Comunicación con amplios poderes sobre la política informativa de todo el Gobierno autónomo. El año pasado, incluso se atrevió a echarle un pulso a Fraga, quien acabó accediendo a su pretensión de lograr una consejería para él solo.

Cuando la oposición denuncia los "modos antidemocráticos" del Gobierno, Pérez Varela siempre es el aludido en primer lugar. PSOE y BNG recurren a su pasado como director de El Imparcial, un diario de veleidades ultraderechistas, y han llegado a situarle dentro de los círculos periodísticos que actuaron en connivencia con los promotores del tejerazo. Pérez Varela desmiente indignado esa acusación y recuerda que cuando se produjo el golpe de Estado, él ya no era el responsable del rotativo.

Suso, como le llaman sus amigos, es por vez primera candidato en estas elecciones, aunque el se cretario general del partido, Xosé Cuiña, quien trata de evitar que se interponga en su carrera por suceder a Fraga, le relegó al sexto puesto por Pontevedra. Desde hace unos días ha perdido protagonismo público para volver a trabajar entre bambalinas, el territorio en el que mejor se mueve y en el que, según aseguran, nunca le ha fallado a Fraga.