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Tribuna
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La tercera edad y el efecto Borrell

Manuel Rivas

El Partido Popular convocó a la tercera edad en Ourense. Como corresponde a la égide de don Manuel, fue un acto político gastronómico. Con 2.000 personas y un enigma malicioso en el aire: ¿quién paga la enchenta (paparota) y los autobuses? A la-hora de las perdices, el ministro Javier Arenas dijo: "Colorín colorado, el cuento de las pensiones [de los socialistas] se ha terminado".Os vellos non deben de enamorarse (Los viejos no deben enamorarse) es un clásico del teatro gallego. Pero, ahora, todos los candidatos quieren enamorar a los viejos. En la Galicia tradicional, el petrucio, el mayor de la casa, siempre fue muy respetado. A mis abuelos se les trataba de usted. Los estoy viendo el día de fiesta, con su camisa blanca y chaleco negro, rodeados por la tribu. Y a las abuelas como madonnas enlutadas y de cabellos grises, con las manos sarmentosas del trabajo y las uñas comidas por la sosa de lavar y fregar. Ahora, los viejos, con sus discretas pensiones, son también una humilde viga de oro para muchas familias en el mundo rural y en las bolsas de paro. Los miman también las entidades de ahorro. Sus cartillas son como las fanegas de antaño. No es un voto monocolor, porque muchos mayores son "de Felipe", que generalizó las pensiones, pero la gran mayoría constituye la capa tectónica del Partido Popular de Galicia.

Eppure se muove, diría Galileo de, Galicia frente a la ortodoxia establecida. Los prolegómenos de la campaña parecen reflejar una continuidad casi granítica, a prueba de temblores. Pero, con más de un 20% de indecisos, en su mayoría antiguos votantes conservadores, pueden producirse heréticas sorpresas. Se habla mucho de la dicotomía rural-urbana en el voto, pero los analistas deberían renovar las lentes. Lo más signifícativo es el incruento duelo generacional. Un aspecto de los sondeos no destacado informativamente muestra que el 50% de los votantes del PP son mayores de 55 años. Y sólo un 14% de sus votos procede de la franja juvenil, entre los 18 y los 29 años. Es este último grupo el que nutre en mayor medida al emergente Bloque Nacionalista Galego, con un 41 % de adhesión juvenil. En cuanto a la coalición progresista que encabeza el Partido Socialista, su núcleo fuerte se sitúa entre los 29 y los 54 años, con un 38% de votantes.

Como Fraga ha descartado el debate entre los candidatos gallegos, la atención se ha desplazado hacia los aliados alienígenas procedentes del Sistema Solar.

En tierras ourensanas, Javier Arenas ha notado en los oídos un zumbido sideral. Y es que por los cañones del Sil, en plan generación bungee, se descolgaba en parapente José Borrell. Además de galvanizar los actos de la coalición progresista, levantando la paletilla a Abel Caballero, este hombre se ha puesto a hacer footing, skymaraton, mountain bike, dinjumping, speadway, rollerman, ala delta, trekking y bajada en kayak por el Miño, con chapuzón incluido. Los socialistas gallegos, algo encogidos por la melancolía, lo reciben como a Baden-Powell, el fundador de los boy scouts.

Hoy se le espera por la zona marítima. Además de mítines, no se descarta de Borrell una exhibición subacuática, windsurf y boogie board en el Atlántico oeste. La armada del Partido Popular de Galicia no se atemoriza, pero alucina en colores. Con lo bien que se está a barlovento y a verlas venir.

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