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Tribuna
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Desgravio

Amigos, hay que hacer algo si no queremos que el rock and roll, esa música que alegró nuestra adolescencia y nos ayudó a dar un espectacular corte de mangas a la generación de nuestros padres, se convierta definitivamente en una asamblea de meapilas políticamente correctos. Llevo varios días intentando re cuperarme de lo de Dylan cantándole al Papa Blowin'in the wind disfrazado de Hank Williams (y embolsandose, de paso, una pasta gansa). Del cantante de U2, ese hombre que insiste en camuflar su culto a la propia personalidad con iniciativas seudosolidarias, ya no espero nada, pero su aterrizaje en Sarajevo con las manos unidas y la sonrisa meliflua me ha sacado de quicio.Creo recordar que esto de la música pop era un refugio para gamberros antisociales y una manera de vivir especialmente diseñada para molestar a los bienpensantes. Cuando lo canónico es el sexo, las drogas y la autodestrucción, este rollo de las misas ye-yé sienta como un tiro, francamente. Aún va a tener uno que defender a Marilyn Manson, que, de acuerdo, es un mamarracho sin talento, pero por lo menos consigue que los padres de familia de Estados Unidos le odien y le teman.

Tal como está el patio, se impone un desagravio. A bote pronto se me ocurre la idea de formar un comando para secuestrar al arzobispo de Canterbury y aplicarle, durante un concierto de Marilyn Manson, el tratamiento de choque que ciertos elementos de la policía de Nueva York reservan a los emigrantes haitianos que se resisten a colaborar con la justicia. En caso de que esta iniciativa resulte difícil dé llevar a la práctica, se puede hacer lo mismo con el párroco de la esquina en una actuación de los Mojinos Escozíos. Lo que cuenta es el gesto, el desagravio a la música que hace veinte años nos salvó la vida.

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