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Entrevista:

"El riesgo de desestabilización militar desapareció, pero hay otros"

Miguel González

"Perdone, pero no le he entendido bien. Aunque parezca contradictorio con mi cargo, estoy un poco sordo". Uno no sabe si Javier Calderón, director general del Centro Superior de Información de la Defensa (Cesid), tiene realmente problemas de oído o se trata de una excusa para ganar tiempo mientras piensa la respuesta. Posiblemente, ambas cosas. Lo cierto es que, si no sordo, el jefe de los espías españoles ha estado mudo desde su nombramiento, en mayo de 1996.Se decidió a romper su silencio esta semana y lo hizo en Jaca (Huesca), donde pasó buena parte de su juventud, en un curso organizado por la Academia General Militar, de la que fue director. Su comparecencia, junto al presidente del servicio alemán de inteligencia exterior (BND), Hansjörg Geiger, se produjo además en vísperas del 20 aniversario de la fundación del Cesid, que se cumple el próximo martes.

Calderón, teniente general en la reserva, no sólo es el máximo responsable del servicio secreto desde hace 16 meses, sino que fue también su número dos durante los cinco primeros años de existencia del centro, entre 1977 y 1982. El pasado jueves, tras su conferencia, mantuvo un encuentro con los periodistas presentes, del que se ofrece un amplio extracto.

"Entre el Cesid de los primeros tiempos y el de hoy hay una diferencia abismal", explicó Calderón. "Desde hace un año, la mayoría del personal está profesionalizado, lo que asegura la permanencia en el centro hasta el final de su carrera. La dimensión es otro parámetro. Yo dejé un servicio casi familiar, en periodo de formación, donde la presencia de civiles y mujeres era escasísima, al contrario de lo que sucede actualmente. Y luego está también su enorme expansión internacional. Ésos son quizá los mayores cambios que he encontrado a mi regreso".

Pregunta. La involución era uno de los principales problemas cuando nació el Cesid. ¿Son hoy las instituciones democráticas tan fuertes como para excluir cualquier riesgo de desestabilización? Y no me refiero sólo a la de origen militar, sino a la que puedan provocar grupos de presión.

Respuesta. El riesgo de desestabilización militar ha desaparecido totalmente. Las Fuerzas Armadas han sido un ejemplo de modernización, han hecho su propia catarsis para integrarse al máximo en la sociedad. Respecto a otros riesgos... En un mundo tan cambiante y con unas legislaciones tan abiertas, que defienden derechos y libertades, pero permiten a las mafias, a los grupos de presión o las personas aprovecharse de ellas para desestabilizar... No me atrevería a ser tan optimista.

P. ¿Sigue siendo la protección de las instituciones una de las preocupaciones del Cesid?

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R. Sí. Tiene que serlo. Hay que empezar por la propia casa. De nada nos serviría saber lo que ocurre fuera si dentro están trabajando los ratones. Proteger las instituciones, para que puedan cumplir su cometido, es una preocupación como ciudadano, pero también, lógicamente, como persona con responsabilidades.

P. En los últimos años se han dado varios intentos de obtener beneficios personales con la amenaza de difundir noticias que perjudicasen a las instituciones.

R. No deja de ser, al menos en su manifestación externa, una especulación periodística. No hay pruebas de que esto haya sucedido. En la medida en que estos hechos dejaran de ser especulaciones periodísticas, un servicio que tiene como misión la defensa de las instituciones democráticas podría y debería actuar.

P. Al margen de la responsabilidad personal de algunos de sus miembros, que deberán dilucidar los tribunales, ¿cuál fue la actitud del Cesid ante la guerra sucia?

R. Era una época en que yo estaba fuera del centro y es una costumbre inveterada que, cuando lo abandonas, lo haces a todos los efectos. Por lo tanto, no tengo la menor referencia sobre este tema. Lo que sí puedo decir es que, conociendo a las personas que dirigían el centro, cuesta mucho trabajo creer algunas de las informaciones que uno lee. Como el tema está bajo investigación judicial, el mínimo respeto exige esperar a que concluya. Sí quiero aclarar que en este momento no hay ningún miembro del centro imputado, aunque pueda haber ex miembros. Confío en que la averiguación de los hechos ponga las cosas en sus justos términos.

P. Durante su primera etapa en el Cesid se hizo algún estudio teórico sobre la guerra sucia.

R. Siempre existe, en algunos, la hipótesis de que fenómenos como el terrorismo pueden combatirse con procedimientos fuera de la legalidad. Es una constante en todo el mundo. Pero la experiencia demuestra que no dan buen resultado, acaban volviéndose contra el Estado que los usa. Los estudios teóricos que pudieron o no hacerse en aquella época no dejarían de ser especulaciones de salón, porque la línea de pensamiento estaba muy clara: estos procedimientos, además de contrarios a la ley, que es lo principal, no conducen a nada. El Cesid no era partidario entonces, ni me consta que lo haya sido nunca.

P. El fiscal del caso de las escuchas sostiene que la interceptación de teléfonos móviles por el Cesid no era delito.

R. Repito lo mismo. Mientras el tema esté sub iudice, yo tengo mi opinión, pero me la reservo.

P. Usted ha recordado en su conferencia que la interceptación de esas conversaciones está al alcance de cualquier particular.

R. Es un asunto que nos preocupa. La liberalización de las tecnologías y las grandes sumas de dinero que manejan algunas mafias, junto a su falta de escrúpulos, les permiten tener acceso a determinados procedimientos con los que conseguir información para su propio beneficio. Los servicios de inteligencia no pueden utilizar tales procedimientos y eso, de alguna forma, pone al Estado en inferioridad de condiciones para combatir a dichas mafias.

P. ¿Hay un vacío legal? La legislación sólo contempla la interceptación de comunicaciones o el registro domiciliario cuando se investiga la comisión de un delito. Pero ésa no es función de los servicios secretos, sino de la policía.

R. Normalmente, los servicios de inteligencia no trabajan en la represión de un delito, sino en su prevención. Ese es el motivo por el que queremos una regulación legal que nos posibilite no sólo la intervención en el territorio nacional, bajo control judicial, sino también en el extranjero, donde estamos al descubierto. Hay organismos, como el servicio francés o la CIA, cuyas operaciones encubiertas en el extranjero están protegidas por ley. Podrán cogerles allí, pero lo que no pueden es penalizarlos en su propio país.

P. Sin embargo, las leyes de secretos oficiales y del Cesid han quedado aparcadas.

R. La ley sigue siendo una petición del centro, aunque entendemos que haya otras normas cuyo debate en las Cortes resulta más urgente. Mientras tanto, seguimos trabajando y deseando, como es lógico, que entre esas prioridades aparezcan las nuestras.

P. El Cesid está a punto de concluir su proceso de profesionalización, que ha resultado traumático.

R. ¡Hombre! Es traumático para algunos compañeros que han tenido que dejar una actividad a la que han dedicado muchos años. En ningún caso ha supuesto pérdida de trabajo con la Administración, tanto civil como militar, y bastantes han sido abandonos voluntarios, por razones profesionales o familiares. La profesionalización garantiza estabilidad al personal, despejando incertidumbres de futuro, y el centro gana en eficacia al permitir una formación más completa.

P. Sólo 40 o 50 agentes no han sido profesionalizados, de un total de 1.800. Poca reducción es ésa.

R. Es que la profesionalización no está vinculada a la reducción.

P. Y usted no es partidario de reducir...

R. Nadie es partidario de que le reduzcan. Ni presupuesto ni plantilla. Cuanto más medios tengamos, más y mejor trabajaremos. Pero comprendemos que el Gobierno nos da los medios que puede y nuestra obligación es sacarles el mayor rendimiento.

P. ¿Que garantías tiene la sociedad de que el Gobierno utiliza el servicio secreto en interés del Estado y no en el suyo propio?

R. Yo entiendo que, en una democracia, un gobierno legítimamente constituido tiene la confianza de la sociedad. Pero es que, además, la sociedad tiene suficientes mecanismos de control para saber que el Gobierno emplea los medios del Estado al servicio de esa sociedad. Los ministros de los que depende el Cesid comparecen periódicamente ante el Parlamento para dar cuentas de su gestión y rinden explicaciones exhaustivas, con carácter semestral, sobre el uso de los fondos reservados. Las demás partidas del Cesid son fiscalizadas por el Tribunal de Cuentas, como cualquier otro órgano de la Administración.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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