Argelia y "nosotros"
Parece que hay un impulsivo y compasivo deseo de que "hagamos algo" en Argelia: las estampas de las matanzas y. de los supervivientes son tan duros como los del discutido vídeo de ETA. El plural, "hagamos", se refiere sin duda a quienes hablan y a Estados Unidos, la OTAN, la ONU o, en fin, cualquiera de los ejércitos de la santa alianza. El efecto de la televisión estaba previsto por McLuhan, y es la identificación de la "aldea global" con algunos de sus paroxismos. Esto es más real en casos decorativos y simbólicos, valiosos desde un punto de vista de psicología colectiva (la muerte de Diana), que en otros en los que hay que "hacer algo". Ese algo sería ir a la guerra con un ejército de invasión multinacional -¡los legionarios!-, del conocido carácter "pacificador". Pero ¿a quién habría que pacificar o apaciguar, o sea someter y eliminar?.Nosotros negociamos con Argelia, nos permite el paso de petróleo, la llegada de gas y algunas otras operaciones que nos convienen. Eso lo hace el Gobierno. Las bandas de asesinos están fuera de nuestra civilización: son incluso enemigos de nuestras cabezas de puente -Israel, Marruecos- para tapar la subida del África negra arábiga. Tendremos, pues, que sumamos al Gobierno. Así lo hicimos desde que robó las elecciones a los integristas. Desde antes: los integristas no hubieran ganado de no estar apoyados por el hambre, la miseria y el desecho por el hundimiento de sus ideales de independencia. Pero ¿sabemos que las matanzas las hacen sólo los ingristas? Hay quien sospecha que muchas son de los paramilitares (o sea, de los militares), unas veces para eliminar focos de resistencia o sólo para culpabilizar a los rebeldes. Ante estos problemas, si intervenimos será para apoyar al Gobierno, que es ladrón, dictador, acaparador de las riquezas, enemigo del pueblo: pero es de los nuestros. O en todo caso, dejarlo todo así: no hacer nada.
Mientras los combustibles lleguen a Europa, ¿qué más nos da? También podemos hacer desaparecer las imágenes y los relatos de Argelia de las televisiones (sí, sí podemos: de la guerra del Golfo no se vio nada); o simplemente dejar que corra más la culpabilidad de los islámicos, que es una idea muy extendida en Europa desde las Cruzadas a Lepanto. Y después. (Le llamaban Franquito, o el Comandantín, al que cristianó el trocito de África que le tocó: ya sabía él quiénes eran los moros).
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