Álvarez Cascos fracasó en su intento de evitar que el PNV romper a el pacto de gobernabilidad
El vicepresidente primero del Gobierno, Francisco Álvarez Cascos, intentó sin éxito en los dos últimos días que el PNV rectificara su decisión de romper el pacto de gobernabilidad que mantenía con el PP desde abril de 1996. El lunes y el martes mantuvo sendas conversaciones con el portavoz de los nacionalistas vascos, Iñaki Anasagasti, con el ánimo de arrancarle un cambio de actitud; pero dirigente peneuvista no dio marcha atrás. Álvarez Cascos acabó tirando la toalla y reconociendo que se abría un "nuevo escenario" de relaciones con el PNV y que, a partir de ahora, el Gobierno de José María Aznar tendrá que negociar con la formación que lidera Xabier Arzalluz todas las propuestas en el día a día. Pese a ello, Cascos sostiene que la estabilidad del Gobierno está asegurada, ya que mantiene los apoyos de Convergència i Unió (CIU) y Coalición Canaria (CC).
Los intentos de Álvarez Cascos para que el PNV diera marcha atrás en su decisión han sido tan denonados como vanos. El lunes por la tarde, una vez conocida la declaración de ruptura del pacto de gobernabilidad con el PP por parte del presidente del PNV, Xabier Arzalluz, Cascos se puso en contacto telefónico con Iñaki Anasagasti y le pidió que reconsiderara su decisión. No sirvió de nada. El vicepresidente no pudo garantizarle la principal reclamación política del PNV, el traspaso al Gobierno de Euskadi de la cuota de formación del Inem. Para el PNV, el rechazo a este traspaso se ha convertido en el símbolo de la ausencia de voluntad autonómica del Gobierno del PP y, por tanto, no cabía otra salida que la ruptura del pacto de gobernabilidad. Atrás se quedan los elogios peneuvistas a la gestión de Aznar.Hasta ese momento, incluso ayer mismo por la mañana, el Gobierno quería darse por enterado. El secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Rodríguez, se agarraba a que el PNV no había comunicado oficialmente al Gobierno la ruptura del pacto, y además matizaba que, en caso. de confirmarse, "no significa que no vaya a haber un apoyo explícito al Ejecutivo". Sus palabras irritaron aún más al PNV.
Las cosas habían llegado lo suficientemente lejos entre el Gobierno y PNV como para que el Ejecutivo continuara con la política de no darse por enterado. Ayer mismo se dudaba en La Moncloa si. tenía que ser el presidente del Gobierno quien diera la respuesta. Finalmente, por la tarde, Alvarez Cascos asumía la ruptura públicamente y trataba de salvar lo que se pudiera de los muebles, en un encuentro, en el mismo Congreso de los Diputados, con lñaki Anasagasti.
En esta cita, Cascos ya no le planteó expresamente que reconsiderara su decisión. Se limitó a tratar de encauzar el "nuevo escenario" con el PNV, como lo definió el propio vicepresidente, por la vía del diálogo. Hizo alguna insinuación en el sentido de que si el peso de la negociación de los Presupuestos Generales del Estado para 1998 hubiera corrido a su cargo, el desenlace hubiera sido otro.
Cascos sabe el profundo malestar de Anasagasti y de Arzalluz con el vicepresidente económico, Rodrigo Rato, por la forma en que se ha tratado al PNV en la negociación de los Presupuestos. Ni una sola reunión siquiera para consultar y, además, la rotunda afirmación de Rato en Bilbao, en su visita del pasado miércoles, contra el traspaso de la cuota de formación del Inem al Gobierno vasco.
El vicepresidente político tuvo que escuchar también ayer un reproche de Anasagasti dirigido al secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Rodríguez, por resistirse a dar por definitivo el aviso de Arzalluz. Aun así, Cascos se comprometió a mantener el diálogo con el PNV. El propio vicepresidente explicó en el Congreso de los Diputados en qué términos se celebrará ese diálogo: "Ahora los acuerdos habrá que ir negociándolos uno a uno, sin que haya previamente ningún compromiso de decisión favorable a las iniciativas del Gobierno".
Su reconocimiento público de que se abre un "nuevo escenario" en las relaciones con el PNV tranquilizó a Anasagasti, que había sentido hasta ese momento que la declaración de ruptura de Arzalluz era ninguneada por el PP. Una vez conocidas las palabras de Cascos, Anasagasti cambió el tono e hizo un llamamiento para que no se dramatizara la situación.
¿Qué panorama se le abre al Gobierno en este "nuevo escenario"? ¿La estabilidad del Gobierno sigue siendo la misma? Cascos trató de restar importancia a esta duda en el mismo momento en que reconocía la nueva situación con el PNV. En su opinión, la "estabilidad del Gobierno está asegurada". La suma de los votos de CiU (16) y Coalición Canaria (4) a los del PP (156) le dan al Gobierno una mayoría muy ajustada de 176 sobre los 350 diputados que integran la Cámara. Pero Cascos no excluye al PNV, totalmente, de los apoyos de estabilidad; sólo que de otra forma.
El vicepresidente se refirió, en primer lugar, a los Presupuestos para 1998. Pese a las tensiones suscitadas por el PNV e incluso CiU, los nacionalistas no presentarán enmiendas a la totalidad de los Presupuestos. Lo peor que puede esperar el Gobierno son algunas enmiendas parciales, en el caso del PNV, en materia de inversiones. Pero incluso Cascos se brindó ayer a Anasagasti a analizar las cuentas del Estado. "Los grandes acuerdos en materia presupuestaria hay que examinarlos caso a caso y sin prejuzgar el voto favorable". "Hablaremos de los Presupuestos con el PNV e intuyo que llegaremos a algún acuerdo", dijo.
Lo que ha perdido Cascos es comodidad. Tendrá que afrontar negociaciones permanentes y algunos reveses parlamentarios del PNV, como el de la ley del Suelo, según ha anunciado Anasagasti.
También resulta relevante la calificación de "mala noticia" que ayer dio el portavoz de CiU, Joaquim Molins, a la nueva posición del PNV. Molins no sólo se refería a que el bloque del Gobierno tiene menos apoyos asegurados, sino que CiU tendrá que medir su actitud con el Gobierno ante su electorado nacionalista, al sentirse marcado por un PNV libre de compromisos.
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