¿Mudanza en Buckingham Palace?"
La familia real británica podría cambiar de residencia dentro de la estrategia para mejorar su imagen
La familia real británica podría dejar su domicilio londinense. Su antiguo hogar, Buckingham, Pasará a llamarse a partir de ahora el palacio del pueblo. La mudanza no se ha efectuado aún y los portavoces de la familia real inglesa niegan que vaya a producirse, cambio alguno de domicilio de la soberana, Isabel II. El rotativo The Independent, sin embargo, lo presentaba en su edición de ayer como una hipótesis barajada con insistencia en, círculos cortesanos. La supuesta nueva casa podría ser el no menos imponente palacio de Windsor, a 30 kilómetros de, la capital británica. La reina no perdería ni un ápice de su majestad pero el gesto sellaría la voluntad modernizadora de la Monarquía. Un afán que el diario atribuye a los consejeros de la Corona y que habría recibido nuevos ímpetus tras la súbita muerte de Diana de Gales."Aquí no hemos hablado nunca de traslados", bramó ayer el palacio de Buckingham. Un comunicado salía así al paso de la información subrayando los términos "falsedad" y "especulación". El Gobierno laborista también lo negó, pero las fuentes palaciegas citadas por el matutino incluyen la idea en un "proyecto a largo plazo" que contempla la sucesión al trono del príncipe Carlos o su hijo Guillermo, de 15 años. Van incluso más lejos sus comentaristas al describir la situación actual. Para Anthony Bevins y Kim Sengupta, la propuesta de abandonarlo refleja el calado de las discusiones sobre él papel que debe jugar la casa real inglesa si pretende entrar en el siglo XXI de la mano de su pueblo.
El supuesto cambio de dirección no plantearía demasiados problemas prácticos. A Isabel II y a su esposo, el duque de Edimburgo, les encanta el palacio de Windsor. Van allí muchos fines de semana cuando están en Londres. En cuanto a su hijo y heredero Carlos, no muestra demasiadas ansias por ocupar sus dependencias cuando ciña la corona. En el palacio de Buckingham residen también sus hermanos, Ana, Andrés y Eduardo, que podrían buscar acomodo en Saint James o Kensington, los otros palacios reservados también a su familia. En aquél, vive ya Carlos y en éste tenía su hogar la difunta Diana. Sí es cierto que el simbolismo que gira alrededor de la corona necesita de dicho eje. Todos los monarcas cuentan con un domicilio asociado como una seña de identidad inseparable e su condición. En el caso de a realeza inglesa, además, el hogar de la soberana añade aún otro signo más.
Cuando permanece en Londres, su estandarte ondea en el mástil. Confirma que sigue en el trono. Un detalle protocolario, más que pasó a convertirse en una forma de insulto al pueblo durante el duelo por la princesa de Gales. Isabel II estaba de vacaciones en Balmoral (Escocia) y sobre Buckingham no había pendón alguno.La supuesta ofensa fue explicada hasta la saciedad por historiadores y eruditos de los modos y costumbres reales, pero el clamor popular se salió con la suya. La bandera nacional -fue izada a media asta mientras la princesa del pueblo era enterrada en su casa solariega de Althorp.
El empuje de aquellos días ha podido acelerar las conversaciones modernizadoras aunque en asuntos pecuniarios el palacio ya había abierto antes sus puertas. En 1993 pudo visitarse, por vez primera y previo pagó, una parte de sus estancias y salones. Se trataba de financiar así la reconstrucción de la zona del palacio de Windsor destruida por un incendio en 1992. Las colas no se hicieron esperar y con ellas una abultada recaudación. Los últimos cuatro años unos 20 millones de libras han salido del bolsillo de los visitantes que acudían a saciar su curiosidad por la realeza. En el hipotético caso de la mudanza de sus residentes, podría abrirse todo el año, incluidos sus famosos jardines.
. Las voces disidentes apuntan, entre otros problemas, el hecho de que el palacio es ocupado también por los mandatarios extranjeros que visitan oficialmente el Reino Unido. Los asuntos administrativos de la casa real permanecerían unidos al palacio. En realidad, estas discusiones ponen a prueba el poder del simbolismo real. Buckingham acoge a los monarcas ingleses desde 1837. El aire fresco que debería entrar por sus ventanas procede de los propios ciudadanos.
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