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Velázquez

Manuel Hidalgo ha escrito una original y divertida novela madrileña cuyos protagonistas son los habitantes de la ciudad, incluyendo los personajes de los cuadros de Velázquez. Un buen día, los responsables del Museo del Prado descubren que la infanta Margarita, el Conde Duque, el príncipe Baltasar Carlos, Spínola, el bufón Calabacillas o el dios Vulcano han huido de los lienzos. Los cuadros no han sido robados, están ahí, en los muros de la Pinacoteca.Pero los madrileños encuentran a la infantita en el metro, al bufón en un parque infantil, al rey Felipe cabalgando por la calle de Génova o a las meninas de copas por Malasaña. Los soldados españoles y holandeses de Breda, con sus lanzas y sus caballos, se han concentrado ante el estadio Bernabéu y los antidisturbios los vigilan de cerca. El mismo don Diego Velázquez sube por la Castellana y, en el cartón desplegado de una caja de leche que ha encontrado en un cubo de la basura, se pone a pintar las torres de Kio.

Pasan muchas más cosas en la novela, que transcurre en un Madrid atormentado y, también, conmocionado por la fuga de los personajes velazqueños. Leyéndola, he pensado en el día que vea a Hidalgo, le daré una pista más para explicar la misteriosa huida de reyes, princesas, generales, meninas y bufones.

Este verano me los he encontrado en Torrevieja. La hermosa villa de las salinas cuadruplica su población en estos meses y tiene algo de barrio de Madrid. Pues bien, allí estaba la infanta, el rey, el Conde Duque, los bufones y el mismo Velázquez. El pintor Alfonso Ortuño ha expuesto en el club naútico una serie de óleos y pasteles que podría titularse Variaciones sobre Velázquez. Una maravilla. El problema de interpretarle, según Ortuño, es que don Diego, como dijo Mengs, "pintaba con la intención". Adivinarle la intención es lo que con tan buena fortuna ha hecho Alfonso Ortuño al pintar las figuras que huyeron de los lienzos del Prado en la novela La infanta baila, de Manuel Hidalgo.

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