Misterio sobre los autores del secuestro en México de un empresario español
Ildefonso Carballo Merayo, empresario leonés de 40 años, casado y con tres hijos, fue secuestrado en la Ciudad de México el pasado 11 de febrero. Su familia, propietaria de un negocio de alimentación, pagó el rescate un mes más tarde. Pero Ildefonso no apareció. Las investigaciones no han arrojado luz sobre los captores. El abanico de hipótesis va desde una banda de delincuentes hasta un grupo guerrillero, pasando por alguien con afán de venganza.
"Llamamos de parte de lldefonso. Ya sabes de lo que se trata. Ve preparando mucho dinero". Los temores de Lorenzo Merayo se confirmaron. Hacía día y medio que no tenían noticia de su primo. Tiempo suficiente para pensar que había sido víctima de esta siniestra industria en que se ha convertido el secuestro, en México. lldefonso, nacido en Dehesas, un pueblo leonés cercano a Ponferrada, aterrizó en este país hace 16 años para trabajar en la empresa que su tío Álvaro, padre de Lorenzo, había fundado años atrás. El negocio, que comenzó con unos molinos de chiles y aceites, se expandió con varias tiendas de alimentación.El martes 11 de febrero lldefonso anunció a su esposa que tenía una cena de trabajo. Nunca volvió a casa. Un teléfono anotado en su agenda era la única pista que dejó. Correspondía a un hotel de la ciudad. El vigilante de coches, confirmó que lldefonso había acudido allí por la tarde y que había salido sobre la una de la madrugada acompañado de otro individuo.
Después llegaron las llamadas de los captores y las negociaciones. Ante la ola de secuestros que vive el país, lldefonso y sus primos habían ideado un sistema para comunicarse si alguna vez les tocaba a ellos: hacer preguntas muy personales. La primera respuesta debía ser correcta para saber que estaba vivo. La segunda, errónea, para indicar si el secuestrador era alguien cono cido. "El contestaba siempre bien a todas las preguntas, lo que nos indicó que eran gentes desconocidas", explica Lorenzo. El acuerdo se alcanzó a principios de marzo. "El pago fue muy anormal", prosigue su primo, que era el interlocutor de la familia. La cita fue en el sureño Esta do de Guerrero, a casi 400 kilómetros de la capital mexicana.
Allá se trasladó Álvaro, el patriarca, acompañado de un agente de policía al que hizo pasar como su chófer. El pago se realizó en un paraje de la sierra. Cuatro personas a caballo, con el rostro cubierto y armas largas, recibieron el dinero. Era el 12 de marzo. Después, a lldefonso se lo tragó la tierra.
Las autoridades han seguido investigando. La familia ha contratado además a unos investigadores privados. Pero todos los caminos parecen cerrados. La policía ha barajado la idea del autosecuestro -la familia lo descarta-, que hubiera sido víctima del Ejército Popular Revolucionario (EPR), una organización guerrillera que se dió a conocer el pasado año y no descarta una venganza personal.
La familia de Ildefonso ha guardado silencio con el fin de no perjudicar las investigaciones de, la policía mexicana. Tras siete meses de espera en vano la desolación es absoluta: "Yo creo que está muerto. Su esposa también empieza a resignarse. Mis padres dicen que está vivo, pero es para mantener la esperanza de la familia dice Lorenzo. Por ello, reclaman al Gobierno español una intervención urgente.
La mala nueva
En Dehesas, informa , viven los padres de lldefonso, Olvido Merayo e lldefonso Carballo, y una de sus hermanas, Mercedes, de 42 años. Ildefonso llevaba ya dos meses desaparecido cuando se enteraron de la noticia. Alvaro Merayo, de 68 años, tío del secuestrado afincado en México se trasladó a Dehesas para darles la mala nueva en persona el pasado 14 de abril.
Al margen de las investigaciones que realiza la policía mexicana, Celia, otra hermana del secuestrado que vive en Toledo, se puso en contacto con la Secretaría General de Asuntos Consulares y Jurídicos y presentó una denuncia en la Policía Judicial de Toledo para que llegara a la Interpol, informa Isabel Salvador. El juez de guardia se inhibió en favor de la Audiencia Nacional, trámite previo para poder solicitar al Ministerio de Exteriores una comisión rogatoria que permita que la policía española realice la investigación en México. "Demasiada burocracia y trámites mientras pasan los meses", se lamenta Celia.
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