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Los méritos y la competencia serán factores claves en la nueva política del Partido Comunista Chino

El Partido Comunista Chino (PCCh) ha decidido dotarse de una dirección más joven, más tecnócrata y meritocrática, al tiempo que más vigilante de la corrupción interna, en la recta final de este siglo. De una manera teatral, la ejecutiva del PCCh fue presentada ayer por el secretario general, Jiang Zemin, quien ha conseguido al final reforzar su liderazgo con el ascenso a número tres del casi seguro futuro primer ministro, Zhu Rongji, promotor del proyecto de renovación del sector público, y la entrada del ministro de Comercio Exterior, Li Lanqing, bien relacionado con el empresariado occidental.

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Sin embargo, un protegido del supuestamente defenestrado Qiao Shi entra también en la llamada Comisión Permanente, aunque en el sexto lugar de los siete del exclusivo órgano, con funciones de vigilancia disciplinaria, en una decisión interpretada por los observadores como de compromiso entre facciones. Ningún militar, forma parte de la dirección, algo que no ocurría desde 1987.La composición de la ejecutiva sorprendió a bastantes de los expertos, quienes en la víspera creían improbable que ningún militar estuviera representado en la Comisión Permanente después de la retirada del anciano almirante Liu Huaqing. Según algunos sinólogos, Jiang Zemin habría intentado a última hora infructuosamente incorporar a otro aliado suyo, el general Zhang Wannian, quien ha logrado en cambio entrar en el Politburó, integrado por 25 personas.

"No hay que entender este congreso en clave de vencedores y vencidos, pero todo indica que Jiang Zemin ha hecho un buen trabajo, consiguiendo imponer su línea y muchos de sus hombres. Pero su triunfo no es absoluto", comentaba un diplomático europeo al recordar que Wei, de 66 años, un protegido del purgado Qiao Shi, ha entrado en el máximo órgano de Gobierno comunista.

Para los observadores, Jiang Zemin logra con esta ejecutiva dar mayor cohesión al equipo dirigente, pone el acento en la voluntad de llevar adelante la reforma económica a través de gente más preparada y tecnócrata, muestra también el deseo de proseguir el combate contra la corrupción y la vigilancia ideológica y subraya que a partir de ahora la edad cuenta. Jiang Zemin, que tiene 71 años, es el más anciano de los siete líderes. Los demás están en el segmento de los sesenta y sólo uno, Hu Jintao, tiene 54 años.

La nueva ejecutiva

La nueva ejecutiva, que durante los próximos cinco años regirá los destinos del país, la integran por orden de poder: Jiang Zemin (secretario general y presidente de la poderosa Comisión Militar Central, 71 años); el primer ministro Li Peng (69); el viceprimer ministro Zhu Rongji (69); el presidente de la conferencia consultiva política, Li Ruihuan (62); el presidente de la escuela del partido, Hu Jintao (54); el presidente de la comisión de disciplina, Wei Jianxing (66) y el viceprimer ministro Li Lanqing (65). Además del ascenso de Zhu Rongji, el número tres, el benjamín de la ejecutiva, Hu Jintao, protegido también de Jiang, ha sido catapultado del puesto siete al cinco. Algunos sinólogos ven en él un futuro líder del PCCh.

Wei Jianxing había sido dado semanas atrás por un bien informado semanario hongkonés como políticamente en crisis después de ser reemplazado de la secretaría del partido en Pekín por el alcalde de la capital. Sin embargo, Wei Jianxing, que aparecía. ayer tranquilo y satisfecho delante de la prensa, fue quien dirigió las investigaciones sobre la conducta corrupta del ex alcalde y secretario general del PCCh en la capital, Chen Xitong, detenido en 1995, que condujeron a su expulsión fulminante del Partido en vísperas del XV Congreso en un gesto que no ocurría desde la Revolución Cultural (1966-1976).

Jugar en la sombra

La presencia de Wei Jianxing le otorga todavía muchas bazas al supuestamente defenestrado Qiao Shi para jugar en la sombra. Éste, un hombre incorruptible que continúa siendo presidente de la Asamblea Nacional Popular, cuenta con informes delicados que podrían poner en difilcultades a más de uno, entre ellos Li Peng. Éste, que se cree pase a ocupar la presidencia del Parlamento el próximo marzo, se convirtió en este congreso en aliado circunstancial de Jiang Zemin para eliminar de la Ejecutiva a Qiao Shi, antiguo jefe de los servicios secretos.

Jiang Zemin, falto de todo carisma, pero con ocho años a la espalda al frente del comunismo chino, tendrá a partir de ahora que jugar sin tener a nadie detrás como ocurría hasta la muerte de Deng Xiaoping en febrero pasado. Ayer, en la brevísima aparición de apenas cinco minutos, el secretario general, qué parecía el más radiante, volvió a enarbolar "la bandera de la ideología de Deng Xiaoping". "El siguiente paso es convertir China en un país fuerte y democrático en el siglo XXI", dijo.

"Thank you for coming" (gracias por venir), gritaba al final del encuentro el dirigente chino en un alarde de inglés. Jiang tiene buenos conocimientos de este idioma, además de ruso y rumano. Siguiendo escrupulosamente el ritual tradicional, apareció primero Jiang, palmoteando, como de costumbre, y tras él, los otros seis poderosos de China. Mientras el secretario general presentaba a sus compañeros, éstos, vestidos de oscuro, hacían una leve reverencia y mantenían una compostura rígida durante toda su intervención.

De algún modo, Jiang Zemin puede haber fijado tras este congreso una obligada jubilación de los políticos de setenta años, lo cual significaría que en el próximo -en principio debe celebrarse en el 2002- él mismo dimitiría de sus cargos y dejaría paso, como hizo Deng Xiaoping en 1987, a dirigentes más jóvenes.

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