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La nueva, 'nomenklatura'

Jiang Zemin, de 71 años, el nuevo príncipe, máximo exponente del pragmatismo actual chino, hizo su carrera política en Shanghai, la segunda ciudad del país, de la que fue alcalde y secretario general del partido. Llegó sorprendentemente al liderazgo en 1989 tras la defenestración de Zhao Ziyang a raíz de los sucesos de Tiananmen. Desde entonces se fue ganando adeptos e incorporando colaboradores suyos de la época de Shanghai.Li Peng, de 69 años, el incombustible primer ministro, odiado en la calle por su nefasta actuación en la represión estudiantil de 1989, pasa por conservador, lo que en la óptica china no significa necesariamente oponerse a la reforma. Ha logrado mantener su categoría de número dos, lo cual devaluará algo la fuerza de Zhu Rongji cuando ése sea, casi con seguridad, el nuevo primer ministro el año próximo. Li debería entonces pasar a la presidencia del Parlamento.

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Zhu Rongji, de 69 años, el zar de las finanzas, es también llamado el Gorbachov chino. Ha sido alcalde de Shanghai y pasa por ser aliado de Jiang. Fue Deng le llama en 1991 para que se ocupe de la reforma económica. Estuvo en la cuerda floja cuando se disparó la inflación en los primeros años de la presente década. Ahora la ha controlado a niveles europeos. Es el cerebro del plan de reestructuración del sector público, que supondrá la privatización o semiprivatización de buena parte de las deficitarias empresas públicas. Un plan que le puede llevar a los altares o la ruina ante el peligro de despidos que puede causar.

De los otros cuatro miembros de la ejecutiva sobresale Li Hanqing, de 65 años, un economista de Shanghai que ha logrado seducir a muchos empresarios norteamericanos y europeos, y convencido al presidente Bill Clinton para que EE UU siga renovando la cláusula a China como nación más favorecida pese a la oposición del Congreso de EE UU por sus violaciones de los derechos humanos.

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