Incapacidad para el rubor
Acabo de leer las declaraciones de Joaquín Navarro a Efe TV, que reproduce EL PAÍS, y me han venido a confirmar las excelentes cualidades de este personaje público. Recuerdo sus encendidos mítines mañaneros en el programa de Iñaki Gabilondo. En aquel apostolado radiofónico, su obsesión -no sé si por deformación profesional- era separar a los buenos de los malos. Desde allí anatematizaba sin descanso (al final, entre las alusiones burlonas de sus compañeros de tertulia) al ex presidente González y al llamado felipismo, y amonestaba al pueblo para que abandonase la terquedad en darle su confianza política. Todo ello bien aderezado con las citas del "librito de frases célebres", por lo que se ve, su perpetuo texto de cabecera.De nuevo vuelve ahora con su obsesión cotidiana. En esta ocasión, los malos son el abogado de Juan Luis Cebrián por hacerle "preguntas impertinentes" y el empresario Polanco por "no entender de los intereses de la colectividad y sí de su propia faltriquera". Acto seguido ilustra - sobre los buenos: su Intimo amigo, el íntegro juez Liaño" y el Gobierno conservador del PP -ajeno, como se sabe, a poderes mediáticos de banca, Opus, prensa amarilla...- porque "defiende el bienestar colectivo". Y para certificarlo, no podía faltar la consabida frase del librito. Esta vez eligió a Mao, máximo ideólogo, como es conocido, de la más pura doctrina del PP.
Nunca comprendí la indiferencia ante los propios e inevitables errores en que caemos todos los humanos, pero de algo sí tengo plena convicción en estos momentos: vivimos en nuestro país unos tiempos en que la ostentación de mostrarse químicamente incapaz para el rubor se ha convertido en el mérito más relevante del currículo para acceder a ciertos cargos o prebendas.-
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