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Gonzáléz y los caciques electorales

El presidente del Gobierno, José María Aznar, dijo ayer que no quería contestar a las afirmaciones realizadas por el líder socialista Felipe González en la reunión que celebró el Grupo Parlamentario Socialista el jueves, pero no pudo resistir la tentación de dar una pequeña lección histórica.Fiándose de una versión no contrastada, Aznar recordó que el conde de Romanones fue el muñidor electoral del líder del Partido Liberal Práxedes Mateo Sagasta y no de Cánovas del Castillo, que se valía para esas funciones de Romero Robledo, "conocido como el pollo de Antequera" remachó irónico Aznar. Éste quería así subrayar un supuesto error cometido por González en sus comentarios en el grupo socialista.

Lo que hizo González, según publicó ayer EL PAÍS, fue trasladar a las prácticas del actual Gobierno las que llevaron a cabo Cánovas del Castillo, por un lado, y Romanones por otro, sin relacionar a estos dos controvertidos políticos del siglo XIX entre sí ni con Mateo Sagasta ni Romero Robledo. González habló de Cánovas para referirse a la "democracia cautiva" que ahora vive España con Aznar, según su punto de vista. Citó a Romanones por sus métodos clientelares o caciquiles, en los que se incluía la compra de votos. Ahora, según González, no se utiliza esa práctica para ganar la voluntad de los electores, pero se reparten prevendas en el inundo financiero. González citó en ese contexto a la Telefónica.

La fijación de Aznar con González volvió a surgir de nuevo cuando un periodista le atribuyó la condición de jefe de la oposición, lo que Aznar corrigió: "Me da la sensación de que el jefe de la oposición se llama Almunia, no González".

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