Las vacaciones y el móvil
Hay personas que en estas fechas tan señaladas abandonan el móvil en cualquier sitio relegándolo a la categoría de un objeto menor. Allá ellas y su autoestima. Jacinto Vilches, un empleado del Banco de Santander que veraneaba en la sierra de Madrid, salió a comer al campo con sus consuegros y, al recoger los cacharros sucios por la tarde, olvidó el teléfono dentro de la fiambrera, junto a los restos de tortilla de patata y ensalada de pimientos morrones, donde permaneció tres días con sus noches, impregnándose de los malos olores de la comida descompuesta. Cuando logró recuperarlo, el teléfono ya no volvió a sonar sino para escupir malas noticias: que a su madre se le había roto la cadera al incorporarse del bidé; que su hijo pequeño se había dado a la heroína; que habían entrado en su casa de Carabanchel para robarle el vídeo, el televisor y la colección de sellos...Jaime Cilleruelo, jefe del departamento de personal de una empresa auditora, se marchó de vacaciones a la Manga del Mar Menor. Al llegar al chalé, entró en la cocina a beber agua y abandonó el móvil inconscientemente junto a la nevera.
Más tarde su mujer lo metió sin darse cuenta en el congelador, donde permaneció durante todo el mes junto a un pulpo precocinado y una docena de langostinos pasados de fecha, sin que nadie lo oyera sonar por la afonía consecuente a una permanencia sostenida bajo cero.
Cuando el señor Cilleruelo regresó al trabajo en los primeros días de septiembre, supo (¡demasiado tarde!) que habían intentado localizarle para proponerle la dirección de recursos humanos de la empresa y, al no dar con él, se la habían ofrecido a otro colega que solía viajar con dos o tres teléfonos, por si acaso.
José Estrada, actor dramático de Aluche, no se lo quitó de la cintura ni un solo momento durante las vacaciones, que ese ano pasó en Galapagar, junto a la familia de su esposa. Le habría gustado darse un chapuzón en la piscina del polideportivo, como a todo el mundo, pero se limitaba a pasear por la orilla o se sentaba en el borde evitando mojarse más allá de los muslos por miedo a que el agua penetrara en el teléfono y alterara sus circuitos.
El día antes de regresar a Aluche, mientras jugaba a enterrar a su suegra, que estaba desahuciada, en una zona apartada de las instalaciones deportivas, le llamaron de Hollywood para ofrecerle un papel, importante en una película protagonizada por Demi Moore. "Pero si yo no sé inglés", iba a contestar, cuando observó que las palabras surgían de su boca, sin ninguna dificultad, articuladas en la lengua de Shakespeare.
Su familia política le animó a darse un baño en la piscina para celebrar la noticia, así que el actor se arrancó el teléfono del cuerpo como la uña de la carne, y lo abandonó sobre la toalla, junto a unos restos de mortadela, de donde se lo llevó una gaviota de Valdemingómez confundiéndolo con una golosina.
Al regresar a casa, sonaba el teléfono convencional. Lo descolgó corriendo y era nuevamente de Hollywood para concretar las fechas del rodaje y las condiciones del contrato. Pero el actor había perdido el don de lenguas al extraviar el móvil y no entendió nada de lo que le dijeron ni fue capaz de expresarse en inglés: de este modo perdió la oportunidad de su vida.
Los casos documentados de mala suerte por no guardar el debido respeto a la telefonía inalámbrica durante el periodo estival son cada vez más numerosos.
Esa llamada que todos esperamos desde que éramos niños puede producirse mientras chapoteamos en la piscina o jugamos con las olas del mar. No nos dejemos arrastrar por el impulso pueril del baño. O bien protejamos al aparato de la humedad: constituyen excelentes aislantes las bolsas de plástico utilizadas para cubrir las piernas escayoladas, de venta en farmacias, donde además caben varios móviles, por si el animal se hubiera reproducido durante las vacaciones.
En su defecto, podría utilizarse también un preservativo de marca, que sirve además para connotar sexualmente al trasto. No olvidemos que, aparte de las consideraciones anteriores, hay pocas imágenes más viriles que la de un hombre atendiendo una llamada telefónica mientras su cuerpo brota de las aguas del mar o de la piscina.
Feliz descanso.
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