Pax Moncloaca
Primer chubasco, primer soplo de viento del Guadarrama, primeros atascos, primer Consejo de Ministros. Quizá haya terminado El Niño en el Pacífico -el fenómeno que nos manda calor y sequías y otras rarezas: el nombre es por el pequeño Jesús de Palestina- que ha tenido a Europa templada. Dicen en Estados Unidos que ha sido, también, rico: en el mundo. Porque no ha habido guerras. Nadie toma como guerras serias las de Serbia o Ruanda. No ha habido verdaderas guerras, y todos hemos enriquecido. En la Universidad de Stanford recuerdan la Pax Britannica del siglo pasado: el ápice temporal del Imperio, el dominio de los siete mares, la colonia interminable. Un escritor de entonces se ufanaba de que el mundo estuviera dividido entre una mitad de salvajes y la otra mitad de la otra mitad de honrada gente poniéndoles en el buen camino. Ahora es la Paz Americana: éste sería el ensueño del fin de la historia. Hay más de una mitad de "salvajes" -continentes enteros- y menos de la mitad de la otra mitad dirigiéndolo todo. Y aquí nuestros triunviros, Aznar-Cascos-Rato, creyendo que son ellos los que han hecho el desahogo de la economía. Allí estaban, ayer, en el primer Consejo de Ministros de la temporada, contando sus bienes, afanándose en el presupuesto: iodados, sonrientes. Con una encuesta favorable para su Gobierno, para la Pax Moncloaca. Pero el primer triunviro apenas ha salido aprobado: le preceden en el gusto González y Almunia. Se cae de la lista Anguita: está teniendo muy mala prensa.Nuestra mitad de salvajes nacionales parece sujeta y bien sujeta; la mitad de la otra mitad cabalga. Alguien hablaba -uno de los semigrandes, de la primera mitad de la segunda mitad- del Estado democrático de derecho, que quizá se empañe. Nunca lo he visto funcionando: quizá de niño lo haya podido creer. No vamos a creer. que este episodio de final de verano entre Anguita y el Supremo tiene algo que ver con la justicia como elemento alzado sobre nosotros, lluminándonos con una vieja antorcha tomada del fuego del Sol.
Veremos avanzar la Pax Americana y la Pax Hispanica a medida que entre la temporada, que los gastos de los colegios se lleven su parte del botín y los empresarios sigan despidiendo o contratando a bajo precio, y que pasen las cosas propias de lo que los políticos llaman "la rentrée": porque la paz era británica, pero su idioma fue francés.
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