"Prefiero el linchamiento politíco al doble lenguaje"
Fue lehendakari y ahora es el presidente de Eusko Alkartasuna (EA), al que considera el partido nacionalista socialdemócrata. Al PNV, del que procede, lo califica de conservador. Y esto, dice Carlos Garaikoetxea, "debe de ser así, como también en otro ámbito nacional caben varias ideologías". Un Euskadi abocado a la autodeterminación, para que la mayoría de los ciudadanos diga democráticamente qué futuro desea, es la esencia de su quehacer político. Pero la violencia de ETA y HB, como la incomprensión del Gobierno central, las rechaza sin contemplaciones.Pregunta. En Euskadi, el enfrentamiento es diario. Como lo es el cara a cara con Madrid. Hace poco, usted evocó al nazi Goebels para enmarcar la línea informativa que sigue el Gobierno de José María Aznar con la situación en su comunidad.
Respuesta. La gente está aprendiendo a vivir junta. Pero hay pueblos en situaciones muy especiales. Nosotros tenemos un problema de reivindicación nacional que complica nuestra existencia y nos hace vivir un doble conflicto: el conflicto con el centro y el conflicto entre vascos que eligen diferentes estrategias para llevar adelante esa reivindicación nacional. Todos los pueblos que viven un trance de emancipación nacional tienen una existencia atormentada. Más que esto, debe sorprendernos la desmesurada propaganda que hace este Gobierno en su línea informativa referente al País vasco. Por eso dije que esa propaganda no se conocía desde Goebels. Podía haber dicho que no se conocía desde la época del No-Do. Pero yo no pretendía identificar a los personajes ni a los mensajes, sino a la intensidad de las campañas, más que informativas, de adoctrinamiento, en las que gentes afines al Gobierno, en los medios de comunicación estatales, explican la línea que hay que seguir para resolver lo que ellos dicen que es el problema vasco.
P. ¿Cómo repercute esa conducta gubernamental aquí?
R. El hartazgo hace que la masa social que apoya la violencia se repliegue en sí núsina.
P. ¿No emborrachan, los políticos, a la opinión con los problemas de Euskadi o de Madrid-Euskadi?
R. No creo que emborrachemos mucho más que los periodistas que nutren sus comentarios y tertulias, en un porcentaje elevado, hablando del llamado conflicto vasco. El día que no lo haya se va a producir un vacío enorme en los espacios audiovisuales. Los políticos no somos más que portavoces de lo que sucede: en este país existe una vieja aspiración de autogobierno y una lucha secular por la supervivencia como tal pueblo.
P. Sin Euskadi ni Cataluña, ¿qué sería España?
R. Es difícil contestar a eso. Existen afinidades históricas de todo orden que nunca nos harían distanciamos abismalmente. Por ello deberíamos desdramatizar esa perspectiva. Aun en la hipótesis extrema de que hubiera un proceso de secesión cristalizara en Estados propios, se establecería algún tipo de relación muy especial en el marco europeo. Luego lo deseable sería un esfuerzo de comprensión mutua de qué pretende cada cual. El nacionalismo vasco no pretende imponer nada a nadie. Pretende la supervivencia de un pueblo y una cultura. Y hay que ver cómo se compatibiliza eso con una relación afectiva, paralela a la del hijo que se emancipa para vivir su vida.
P. ¿Qué les diferencia a usted a Xabier Arzalluz y a Jordi Pujol?
R. Con todo respeto para ambos, Pujol hace una política muy propia de Cataluña. Por lo demás, yo puedo hablar de mi propio caso: la política no me interesa como arte de enmascarar las convicciones. Prefiero el linchamiento político al doble lenguaje, no estar en la política a estar fingiendo o viviendo de la imagen.
P. ¿Ha puesto los pies en la Zarzuela?
R. Sí, muchas veces.
P. ¿Ve claro el papel del Rey en las relaciones Euskadi-Madrid?
R. Las relaciones entre Madrid y Euskadi son una cuestión netamente política... Y dicen que los Reyes no deben hacer política.
P. ¿Cuáles son los problemas específicos de la España actual?
R. Dos esenciales. El primero, resolver los problemas nacionales. Y esto sólo se puede hacer con un profundo sentido democrático, concediendo a tu contrincante político una dosis de buena fe. Frente a eso, ya lo sé, están los sectarismos: el de ETA y el de quienes no aceptan lo que democráticamente decida la mayoría de Euskadi. El segundo, los grandes desafíos tecnológicos.
P. Hace unos 15 años, se habló de que ETA traficaba en el mundo de la droga. Ahora vuelve a comentarse.
R. Lo que me preocupa es que este tipo de versiones se hagan sin estar perfectamente documentados. Si fuera así, se volverían contra quien las lanza.
P. Desde hace un cuarto de siglo, con las mismas expresiones, los ministros del Interior anuncian: "ETA está en las últimas".
R. Desgraciadamente, el problema no se resuelve tan fácilmente. Creo que Aznar ha caído de nuevo en la tentación de hacer una declaración de ese tipo. Y esto sienta bien, deja un sedimento retributivo para quien lo lanza. Pero el tiempo puede revolverse en contra. Temo que aún vamos a padecer muchos quebraderos de cabeza.
P. ¿Le interesa el tema del Guernica?
R. No demasiado. Lo importante es que el Gúemica exista y que lo vea mucha gente. Pero no creo que haya que desplumarse por eso. Aunque, claro, me gustaría que estuviera en Gernika... Y también me gustaría tenerlo colgado en mi casa.
P. Para la mayoría de la opinión española, la cuestión vasca es un puro problema de terrorismo. ¿Qué futuro le ve a ETA, al terrorismo y a los vascos, con todas sus contradicciones profundas?
R. Para todos, la receta es única: la voluntad, democráticamente expresada, de la ciudadanía. Nosotros, en EA, defendemos el derecho de autodeterminación como un principio democrático y aceptaremos deportivamente, cualquiera que sea, la decisión de la mayoría social. Y que ETA y los Gobiernos de España hagan igual para resolver este contencioso.
P. ¿El poder político en España está más o menos vigilado, aún, por el militar?
R. Creo que está menos que antes. En esto se ha mejorado, a unque existan algunos condicionamientos si se habla de tomar ciertas medidas audaces. Yo creo que asusta, más que los sables, la portada de un periódico. Y, luego, lo que ocurre es que la Constitución confiere un papel más bien político al estamento militar, ya que le encomienda que zanje cierto tipo de desbordamientos, lo que es impropio de una democracia consolidada.
P. Usted ha criticado la explotación televisiva de los muertos por ETA.
R. Me parece saludable que todos vean la atrocidad de la sangre. Lo que no me lo parece es que el Gobierno, durante, semanas y semanas, se dedique a vender sus recetas políticas en los medios de comunicación aprovechando esa emotividad.
P. Pensando en EA, el PNV y ETA, ¿podría alguien imaginar que los problemas actuales son, en realidad, consecuencia de los problemas que el PNV, EA y ETA se crean con vistas al día que, eventualmente, ejerza el poder nacionalista?
R. Sinceramente, no. ETA y HB nos consideran traidores por no tener una actitud dogmática. Nos llaman colaboradores. Queman nuestras sedes políticas. No, esto no es un juego floral nacionalista. El asunto es muy serio. Se trata de concepciones totalmente enfrentadas.
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