En busca de la ciudad perdida
El autor cree necesario impulsar discusiones dentro del PSOE que perfilen propuestas para el Madrid del futuro Insinuar que todo tiempo pasado fue mejor suele ser síntoma no deseable de incertidumbre ante el presente; el título de este artículo, nacido tanto de la conveniencia política como de una voluntad por cambiar y mejorar el entorno en que vivimos, no pretende recordar un pasado aún cercano.Valga este matiz introductorio para un título que quiere plantear abiertamente la necesidad de buscar y, al mismo tiempo, de crear un nuevo proyecto de ciudad para este Madrid transitoriamente perdido por la izquierda. ¿Acaso la capital está necesitada de un cambio? Dejando aparte su limpieza nórdica, sus parques prístinos, su tráfico fluido, los cuidados distritos sureños y demás atractivos capitalinos, un análisis superficial e incluso, si se quiere, apartidista de la labor que lleva a cabo el actual equipo político- al frente de este municipio arroja una preocupante carencia de visión a largo plazo.
No es de extrañar, pues si el ejercicio del poder desgasta, en el municipalismo la erosión suele ser más visible, y el agotamiento, más patente.
Así ocurre que, cuando los gestores municipales se ven con frontados con la planificación de un sector fundamental para la .ciudad de Madrid, léase Plan General de Urbanismo, relegan as pectos sociales (viviendas de precio oficial), coartan al sector privado (paralización de las licencias) y, confusión de confusiones, se autocondenan al enfrentamiento administrativo con la comunidad autónoma. Por tanto -fracasada la planificación urbanística madrileña-, no puede asombrarnos que estos ediles operen sin estrategias globales, sin planteamientos de futuro más allá de alguna operación de marketing inaugurativo, siempre eclipsada por la comunidad.
¿Achacable a una pobreza de ideas? ¿A mera incapacidad gestora? Allá su responsabilidad histórica, que desgraciadamente habremos de heredar y enmendar; pero no debe ser único objeto de estas líneas ahondar en la crítica, por muy justificada que esté, pues, sobrepasado un cierto nivel de censura y como alternativa política, es obligada la reflexión constructiva.
Mirando a nuestro alrededor, observamos cómo Madrid no sólo se va quedando rezagada en comparación con muchas ciudades españolas, sino también con respecto a las grandes urbes europeas, hoy todas ellas inmersas en planteamientos estratégicos, preparándose para el siglo que viene. Es más, los momentos de protagonismo de esta ciudad son pasivos y casi siempre se deben a la fortuna histórica de ser la capital de España y a las iniciativas de las mujeres y de los hombres que en ella viven, pero raramente a decisiones tomadas por sus munícipes populares. Frases huecas las escuchamos a diario; pero grandes acontecimientos nacionales (inluso sociales, de rango institucioal) se nos escapan, y los internacionales que por aquí nos llegan suelen ser de estirpe política y todavía herencia del pasado socialista más reciente. Oímos las madrileñas y madrileños hablar de futuras, casi próximas, Olimpiadas. Bienvenidas sean, pero, para semejante cita con el deporte, convendría tener el caos aeroportuario resuelto y correctamente dibujadas las infraestructuras y servicios mínimos, de manera que podamos presentar con dignidad la candidatura madrileña.
Porque ¿qué puede ser, a qué puede aspirar la ciudad de Madrid en el siglo XXI, ya en puertas? Y en términos políticos concretos, ¿qué propuestas programáticas cabe hacer desde el socialismo con respecto al futuro de la ciudad?
Un artículo de opinión no puede tratar a fondo todas las preguntas, so pena de incomodar por su extensión y ahuyentar a posibles lectores, pero sí puede y debe aportar ideas para un gran debate generalizado en el seno de la sociedad madrileña: el futuro de esta nuestra querida ciudad. Un debate urgente, a iniciar lo antes posible, sin esperar a la cita de 1999, y que debiera sobrepasar en su dinámica el ámbito de lo estrictamente partidista, con el fin de aglutinar al máximo la participación demoocrática, de la ciudadanía. ¿Cómo plantear el debate? Abriendo las puertas a un proyecto de futuro en común; un modelo para la ciudad que no podrá descansar tan sólo sobre una oferta programática electo ral y va a exigir en sus inicios, creo, un marco de creación den tro del cual se recojan los esfuerzos de muchos grupos de trabajo, sectoriales e interdisciplinares, jóvenes y adultos, mujeres y hombres. Además, de esta forma se sentarían las bases para un programa político atractivo, síntesis de una creación en común resultante de la complejidad social que Madrid abarca un programa nacido de unas necesidades correctamente formuladas y asimiladas por sus protagonistas naturales. Los resultados de este proceso creativo habrán de ser visualizados por los vecinos bastante antes de adquirir una dimensión política. Habremos de presentar una especie de maqueta urbana, fácilmente fragmentable en imágenes mediáticas y provocadoras de un amplio debate ciudadano, pues no hay peor propuesta que aquella que pasa inadvertida.
La concreción de los elementos que conformen esta maqueta será ineludible. Si, como es de esperar, llegaran a plantearse grandes proyectos, proyectos emblemáticos que dignificaran y engrandeciesen Madrid, habrían de ser detallados y cuantificados. Hablar de un nuevo aeropuerto, de una gran biblioteca iberoamericana (viejo sueño de quien escribe) o de un centro europeo de creación cultural nos llevará a tener que explicar su conveniencia y viabilidad no sólo en términos estéticos o funcionales, sino también financieros.
Si planteamos crear nuevos instrumentos municipales para actuar contra la marginación y el paro, habrá que explicar, junto a sus ventajas, su coste. Si hablamos de viviendas para jóvenes en régimen de alquiler, habremos de discutir y presentar un modelo de contrato. La ciudadanía, siempre guiada por sabias dosis de escepticismo político, exigirá para un debate, a la par que una mayor información, una mayor precisión. Pero ¿de qué valdrá un debate sobre esta ciudad si no existe una definición clara de sus competencias frente a las administraciones central y autonómica? La actual situación de indefinición e indefensión ya nos está perjudicando a los madrileños, y necesariamente habrá de dañar cualquier planteamiento estratégico que no la corrija y consiga clarificar de una Vez el papel que corresponde a Madrid como capital del Estado, estructurando en paralelo el conjunto de nuevas competencias (empleo educación, sanidad, deportes ... que debe asumir a través de un pacto local.
Las ideas no se acaban, pero sí el espacio y quizá la paciencia de quienes hayan dedicado su atención a estas líneas. Hay que ser consciente de ambos factores para acabar diciendo que, bajo la búsqueda de un proyecto de futuro, del inicio de un debate, laten dificultades de todos conocidas, empezando por los actores del proceso: ciudadanas, ciudadanos, movimientos sociales, partidos políticos. El pueblo madrileño, históricamente, siempre ha sabido estar a la altura de las circunstancias. A punto de entrar en un nuevo siglo y atisbar un milenio, ¿sabremos estar también a la misma altura los políticos y partidos de la izquierda en esta ciudad perdida?
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