La calma vuelve a Mombasa mientras Gobierno y oposición se acusan de desatar la violencia
Las excursiones de turistas por las playas del Índico se reanudaron ayer en Mombasa y la calma parecía haber vuelto al principal puerto de Kenia, tras cuatro días de violencia de apariencia tribal que han costado 35 vidas. Las últimas víctimas mortales -un sacerdote católico, un vigilante nocturno y dos policías- fueron halladas ayer en Mishirimoni y Msambweni, en la región de Mombasa. Pero el inesperado y brutal estallido de los disturbios, con bandas armadas que han sembrado el pánico a sangre y fuego entre la población, ha sorprendió tanto al Gobierno como a la oposición kenianos, que se acusan recíprocamente de haber prendido la mecha del terror.
El Veterano presidente keniano, Daniel arap Moi, lanzó la primera andanada el domingo al culpar a la oposición de atizar el resurgimiento del tribalismo en este país de África, oriental. "Los responsables [de la revuelta] se han servido de los jóvenes al incitarles a satisfacer intereses egoístas", afirmó. A su vez, los líderes de la oposición, a Moi -que lleva 19 años en el poder tras otros 11 como número dos del país han responsabilizado al presidente de haber provocado el estallido de violencia "para hundir a Kenia en el caos y, la inseguridad y desviar la atención de los ciudadanos durante el proceso de reformas constitucionales". La oposición llegó a convocar el pasado día 8 una huelga general nacional para exigir' un rápido avance en el proceso de democratización. Más de 20 personas murieron en esa campaña de protestas.
Estado de excepción
En un comunicado de prensa conjunto, los dirigentes opositores Kenneth Matiba, Raila, Odinga y Jalid Balala aseguran que Moi pretende imponer el estado de excepción para acabar con el debate político, ante los comicios previstos para finales de año. En concreto, acusan al presidente de intentar buscar un pretexto para detener a los líderes de la oposición en la región de Mombasa, donde la gubernamental Unión Nacional Africana de Kenia sufrió una derrota en toda regla en las elecciones de 1992, las primeras multipartitas tras la independencia, al obtener sólo un escaño de los cuatro en liza. Mómbasa es el bastión político del Partido Islámico de Kenia, cuyo líder, el jeque Jalid Balala, acaba de regresar al país después de tres años de exilio.
Los habitantes de Mombasa creen que algunos responsables políticos pueden estar detrás de los incidentes de la pasada semana, destinados a atemorizar a los kenianos del interior para obligarles a salir de la región costera antes de las elecciones. La última ola de ataques étnicos guarda parecido ' con la agitación que precedió a los comicios de 1992.
El último episodio de violencia se registró la madrugada de ayer en Mishirimoni, donde una banda de jóvenes de la tribu Giriama asesinó a un vigilante nocturno de la localidad y a un sacerdote católico de una misión. Los cadáveres de dos agentes que habían sido dados por desaparecidos fueron hallados también ayer en Msambweni.
En Mombasa, mientras tanto, las carreteras que conducen hasta los hoteles de la costa seguían ayer bajo estricta vigilancia policial. Las agencias de viajes de la zona aseguraron que las excursiones turísticas se reanudaron con normalidad y que nuevos grupos de viajeros llegaron el fin de semana. Exteriores reiteró ayer en Madrid su recomendación a los turistas españoles para que informen de sus movimientos a la Embajada española en Nairobi.
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