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Tribuna:HOGUERAS DE AGOSTO
Tribuna
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Alegrías del fin de milenio

Viajar con el Papa, un placer veraniego para jóvenes colgadosDe los chistes a medianoche a los cantos de Berganza

"Padre, ¿es verdad que anoche me crucificaron, pregunta Jesucristo al Progenitor Eterno. "Me temo que sí, Hijo". "¿Y me clavaron las manos y los pies, y me atravesaron el costado con una lanza, y me dieron a beber hiel y vinagre?". "Así es". "Esto.... ¿me clavaron también una corona de espinas?". "Exacto". "Jo, qué trompa. No me acuerdo de nada", concluye Jesús.Dudo mucho que nadie haya disfrutado como yo lo hice la noche del domingo, como un a enana en una película de Tod Browing escuchando el magnífico recital de chistes que dos consumados artistas llamados Terenci Moix -sublime, al imitar el acento valenciano- y Rosa Maria Sardá -estuve a punto de morir de un síncope cuando contó la historia de una hormiga que se casó de penalti con un elefante-, en el transcurso de una cena privada que unió a gran parte de los mejores pobladores de esta zona ampurdanesa a la que he venido a parar, tras mi legendario refinamiento.

La mejor historia, contada por Sardá, tiene en su reparto al Rey, la Reina, González, Carmen Romero, Jordi Pujol y Marta Ferrusola. Pero ahora no se la voy a contar, porque es muy larga y porque prefiero hacerlo el último día: nunca se sabe. En el ínterin, inicio esta primera crónica situada en Camelot del Piloso con la irreverencia simpática -que no blasfemia- que han leído más arriba. Lo cierto es que me tiene algo irritada que Tom Cruise y Nicole Kidnam hayan llegado a las Baleares cuando yo me he ido. Pero lo que más me subleva es que ya no soy púber, ya no tengo edad, para seguir al Papa a París -qué guay, en Pigalle con Juanpa-, para participar en la Jornada Mundial de la Juventud. Es jodido tener que teñirse el pubis, pero, encima, no poder acompañar al Pontífice en sus viajes con descuento me parece tan aterrador como quedarse a solas con Esperanza Aguirre en el rodaje de Holocausto.

Hay más motivos para que una se sienta también resacosa. Celebramos estos días distintos aniversarios: la muerte -tardía- de Rudolf Hess, el lugarteniente de Hitler; el fallecimiento -prematuro- de Groucho Marx, el hombre que grabó en su epitafio la frase "Perdonen que no me levante" -a mí me gustaría poner: "Si me quieren salvar, he salido"-, y el deceso de Elvis Presley, un hombre cuya voz siempre admiré aunque nunca compartí con sus fans ese amor por la horterez con tachuelas. Para terminar, compartimos, como todos los días, el duelo por el hecho irrefutable de que Los Morancos siguen vivos y, al parecer, de lo más triunfantes en, dónde iba a ser, la Costa del Sol, en una de cuyas plazas, Estepona, de la que es munícipe el hijo de La Cosa -éste, gracias al cielo, se encuentra muy atareado con las labores propias de su club de fútbol-, es decir, La Cosa Jr., acaban de dedicar una calle a Lucchino & Visconti, o Vittorio & Gassman, o como Se llamen los modistas. En Este pona, si te paras diez minutos a hacer pis, te ponen una plaza a tu nombre. Afanes de notoriedad y de extender la corruptela.

Me cuentan mis enlaces en Marbella que quienes se están forrando allí son los videntes -¿y por qué no, si Lady Di viaja en jet privado para consultar a uno de ellos cómo le irá con esa estupidez de vida que, tiene?-, entre ellos el Abominable Hombre de los Tangas, y Esperanza Gracia y Cristina Blanco, que han tenido que ampliar sus vacaciones para seguir atendiendo las supersticiones del personal.

Entretanto, aquí, nos damos el gustazo de escuchar a Teresa Berganza en el Festival de Perelada, que el año pasado se quedó con las ganas de albergar el arte de la gloriosa mezzo, por indisposición de última hora. Doña Teresa, genio y figura, estuvo muy generosa con el público, y tan brava como siempre. Es al escuchar la cuando comprendo que, si me gusta cantar las cuarenta, es para resarcirme del hecho de que no puedo cantar como ella, la Zerlina de Don Giovanni. Y hablando de ello: les diré que uno de los mejores recuerdos que me he traído de Mallorca ha sido la improvisada habanera de Carmen interpretada por la tímida Amelia Forteza sobre el puerto de Andratx y, junto a ella, la calidez de Tita Rotger. Salud, hermanas.

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