El asesinato del hermano de un ministro reaviva el miedo a los ajustes de cuentas políticos en México
Un velo de misterio envuelve el asesinato de Alejandro Ortiz Martínez, hermano del ministro mexicano de Hacienda, Guillermo Ortiz. En principio, fuentes policiales mencionaron que se trató de un atentado, pero oficialmente se descartó esta hipótesis. Según la versión oficial, se trata de un intento de robo, aunque con el paradójico dato de que los supuestos ladrones no despojaron a la víctima de sus pertenencias, ni se llevaron el lujoso automóvil que conducía. El crimen ha reavivado el temor y el recuerdo de los asesinatos políticos que han sacudido la vida del país.
Eran apenas las seis y media de la tarde; la tranquilidad en la calle Monte Ararat era la habitual de un barrio residencial. Alejandro Ortiz, un doctor en Economía por la Universidad de Georgetown, de 55 años, llegaba a su casa en compañía de su esposa, Alejandra Vega. La mujer entró a la residencia, mientras el esposo la aguardaba al volante de su Mercedes Benz último modelo. Un desconocido se le acercó por el ángulo ciego y, según versiones extraoficiales, abrió la puerta trasera del vehículo y le disparó en tres ocasiones con una pistola de nueve milímetros de calibre.No hay testigos del momento preciso del crimen, pero se afirma que participaron tres hombres que luego huyeron tranquilamente. Alejandro Ortiz portaba un reloj de oro y su billetera, que los ladrones no tocaron, lo que hizo interpretar el crimen como un atentado Incluso la prensa informó de que fuentes policiales lo calificaron así en principio. A pesar de que las autoridades afirman que se trató de un intento de robo, el homicidio ha recordado la serie de crímenes políticos ocurridos en México entre 1993 y 1994. Los tres principales fueron el del candidato oficial a la presidencia Luis Donaldo Colosio, en marzo de 1994; el de Francisco Ruiz Massieu, número dos del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), en septiembre de ese mismo año, y el del cardenal Juan Jesús Posadas, registrado en mayo 1993.
El empleado de hogar Bernardo Sánchez dijo que estaba siguiendo un partido de fútbol por televisión en la casa cuando, de pronto, escuchó los tres disparos. Sólo salió a la calle cuando se lo pidió la señora Ortiz. "Entonces vi al señor" herido mortalmente en el interior del Mercedes Benz. "Entré a decirle lo que había pasado y enseguida ella llamó ala ambulancia. Yo no vi a nadie ni escuché ningún automóvil, porque todo fue muy rápido".
Asesor bancario
Alejandro Ortiz era asesor de Serfín, uno de los bancos más importantes de México; no tenía cuerpo de seguridad personal y no se le conocían enemigos; estaba casado y tenía tres hijos. Murió antes de llegar a un centro hospitalario militar.
El director de la Policía Judicial del Distrito Federal, general Roberto, Gutiérrez Flores, no habló de atentado ni de los tres disparos hechos a que mar ropa en contra de Ortiz pero sí dijo que todo parece indicar que fue un intento de asalto. "Uno se le acercó y dos estaban esperando con la intención de robar o el vehículo o las pertenencias del señor", afirmó. Las acciones fueron rápidas, afirman policías y testigos, y sólo se sabe que los asaltantes esperaron protegidos por la oscuridad la llegada del banquero a su casa y escaparon a bordo de un automóvil.
El ministro Guillermo Ortiz, Martínez ha seguido de cerca las primeras investigaciones sobre el asesinato de su hermano, pero ha mantenido reserva sobre lo que realmente ocurrió. El responsable de la cartera de Hacienda es un economista considerado neoliberal, al que le ha tocado aplicar una serie de ajustes de alto coste para la población, después de la crisis de 1995. Es un tecnócrata que no parece tener una vida muy activa en los senderos de la política mexicana.
El asesinato de Alejandro Ortiz ha impactado en el ambiente político. Altos dirigentes del PRI han condenado el crimen, pero no han querido opinar sobre si se trató de un atentado o un robo.
[Al evaluar la oleada de hechos violentos y asesinatos que se han registrado en los últimos tres años en México, el presidente consultivo de la Barra Nacional de Abogados, Eduardo López Betancourt, dijo ayer a una emisora local que México vive en la anarquía. "Es evidente que estamos padeciendo una absoluta falta de Gobierno", añadió, según informa Efe. López Betancourt asegura que, el abandono por parte de la autoridad facilita la acción de los delincuentes.]
La tercera industria ilegal
El robo de automóviles, con y sin violencia, se ha convertido en algo habitual en Ciudad de México, donde cada día se denuncian dos centenares de casos. De acuerdo con cifras extraoficiales, el robo de coches es la tercera industria ilegal más lucrativa del país, después del tráfico de drogas y del tráfico de inmigrantes indocumentados. Se estima que los ladrones y tráficantes de vehículos ingresan en sus arcas millones de dólares al año.La violencia entra en escena cuando se trata de automóviles de lujo, como podría ser el caso del crimen de Alejandro Ortiz, hermano del ministro mexicano de Hacienda, asesinado de tres tiros a bordo de un lujoso Mercedes Benz 1997. La Policía Judicial asegura que se trató de un robo frustrado.
Hace unos dos años, un oficial del Ejército mexicano que conducía un lujoso Ford Mustang llegó a las puertas de un hipermercado donde fue sorprendido por un desconocido que le disparó a quemarropa. El crimen quedó impune; el autómovil marcado por los disparos y la sangre, no fue hurtado. Cuando la acción es limpia, según fuentes bien informadas, el "coche de lujo es sacado del país", hacia Centroamérica o incluso hacia otros continentes.
Una ciudad donde a diario son denunciados alrededor de 800 delitos, de los cuales la mayoría quedan impunes, es campo abierto al robo de coches a pesar de las operaciones policiales en los centros de distribución de partes robadas. La Comisión de Derechos Humanos de Ciudad de México criticó recientemente las acciones policiales y pidió que se luche con mayor fuerza y profundidad contra ese tipo de delitos y, sobre todo, que se acabe con la impunidad, que nace de una relación viciada de los agentes de la ley con los delincuentes.
Ciudad de México es una urbe cuyos habitantes se han convertido en rehenes de la violencia. Según datos de la Procuraduría de Justicia, en el primer semestre del año en curso hubo 485 homicidios y hasta julio pasado el número de robos con violencia era cercano a 45.000.
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