Residuos, yates, pelos
La Guardia Civil trabaja sin descanso. Probable llegada de Isabel Preysler. Mario Conde, ante el cuartelillo en Pollensa
Es una lástima que la ley Tocino (de residuos, desde luego) se haya aprobado tan tarde. Unas horas antes, y los diligentes empleados municipales que retiraron, por orden del alcalde y ante las denuncias del vecindario, las basuras acumuladas en Les Platgetes, habrían podido clasificarlas siguiendo las nuevas consignas de Ambiente Próximo: aquí los cascos (sin alusiones) de cristal; ahí los objetos de papel o cartón (sin intención); aquí la basura orgánica (incluya, si puede, a sus seres queridos). Otra vez será, pero me desalienta la falta de timing de nuestras autoritarias. Limpiar, lo que se dice limpiar, limpiaron, aunque dentro de la antigua normativa, llevándose los detritus a mogollón, y ellos han encontrado Porcelanosa Place impecable, mientras la propagandista en plantilla de la firma, Isabel Preysler, se dispone a venirse a Mallorca de un momento a otro. En cuestiones de relevo sí que poseen sentido de los tiempos, pero es por la afición a lo marcial.Lo que a mí me descorazona de verdad, y crea tal vacío en mi interior que voy a llamar a Gabriel Cañellas, especialista en túneles proscritos -¿o era prescritos?-, para que me asesore; es que ayer, contra lo previsto, no coincidí en el pantalán del Náutico ni con mi Rey, ni con mi Reina, ni con mi Príncipe, ni con mis Infantas, ni con, Dios les bendiga, su Marichalar. Llegué -con una gorra náutica calada hasta los pegzones-, dispuesta al abordaje y, ya de entrada, me dieron en toda la visera: no había dispositivo de seguridad. Como bien sabemos, cuando no hay dispositivo no hay Borbones, y aunque me dijeron que, en cualquier momento de la tarde, podría aparecer el Monarca para saltar ágilmente al Bribón, me desencanté. Iba muy lanzada.
El día había empezado muy bien. Al salir del hotel Son Vida, como siempre, saludé en dirección a la casa del ex presidente Suárez, cuya construcción todavía está por rematar. Es una sencilla pero noble muestra del arte taurino, puesto que se trata de una obra en donde predomina lo circular, desde la cual me han dicho que se goza de una de las mejores vistas (y vidas) de la isla. Sin embargo, una vez, en el Náutico tuve que conformarme con merodear en torno a Jorge, el hermano de Antonio Banderas, que tripulará el crucero de regatas adquirido por el actor.
La Guardia Civil -cuyo Cuerpo de Mar patrulla con aires de sireno por estas orillas- trabaja muchísimo. Además de las vigilancias en tomo a la primera familia, ayer tuvieron que atender la comparecencia quincenal de Mario Conde en el cuartelillo de Pollensa, y permanenternente controlan el chalé que ocupa doña Pilar de Borbón -que ha vuelto a la isla a pesar de que, hace unos años, le volaron su casa por construcción ilegal- para librarla de curiosos y, sobre todo, de periodistas. Entretanto, en Argentona, un hombre sufre y pena. Antonio David, que podría ser útil a la patria en momentos de tanto trajín, se ve obligado a recurrir a tratamiento psiquiátrico para superar la depresión que le produce su apartamiento del body. No tengo palabras.
Para demostrar que no soy rencorosa y perdono el plantón real, voy a proporcionarles algunos datos de la especie de fundación pro-nuevo yate para el Rey que han fundado unos cuantos próceres -entre ellos, Barceló y Escarrer, dos líderes del sector turístico-, comprometiéndose a aportar 25 millones cada uno y en la que el querido público también podrá participar, según creo. Aún no me sé el número de la cuenta corriente de tan singular ONG, pero si alguien no sabe qué hacer con sus economías y quiere darse el gusto, puede dirigirse a Miguel Vicens, el presidente de Fomento de Turismo de Mallorca, que hace poco publicó en los periódicos una carta solidarizándose con Ruiz-Mateos.
Para más inri, unos, compañeros de Diez Minutos se me han adelantado en lo que habría sido el reportaje de mi vida: las fotos que demuestran que Isabel Pantoja se quita el vello sobrante de pelo en pelo en lugar de hacerlo a hélice. En fin, voy a hundirme en la abyección: asistiré esta noche al recital del dúo Pimpinela.
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