Riesgos en una gasolinera
Sábado al mediodía. El calor aprieta. Confiados conductores se dirigen a una estación de servicio, algunos de ellos fumando. El olor a gasolina se percibe fácilmente. Ciudadanos al volante de sus coches hacen cola con sus motores en marcha. El personal, escaso, controla el suministro de combustible obligando al público a pedir que pongan en marcha el mecanismo que acciona. el surtidor (farragoso procedimiento pero prudente medida). Personal (persona), digo, que atiende a duras penas la cola de caja; ya se sabe, la tarjeta de crédito, el cambio, "¡oiga, el surtidor no funciona!", nervios, prisa y mal humor... De pronto surge lo inevitable, una persona, ya sin duda nerviosa, condicionada por la ausencia absoluta de personal que ayude y controle para que se cumplan las normas mínimas de seguridad, se ve obligada a ponerse ella misma la gasolina, la derrama sobre su propio coche y sobre el suelo, paga, vuelve a su coche, lo pone en marcha y sale acelerando para abandonar lo antes posible el ingrato -y peligroso- lugar. El siguiente coche en la fila avanza hasta ocupar su lugar sobre la gasolina derramada. Lógico.¿Es que la reducción de personal que se ha practicado en muchas gasolineras puede ir en perjuicio de la seguridad de las personas? ¿Es acaso exigible que los ciudadanos sepan utilizar y utilicen con habilidad las mangueras cargadoras?-
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