Esos maravillosos genéricos

Puede ser una obsesión mía, pero también lo es de los comentaristas a los que critico por la santificación permanente hacia un corredor que lucha como todos los demás, pero al que están perjudicando con ese elogio permanente y desmesurado.Me estoy refiriendo al tema Escartín. Yo de él al término de la etapa de ayer les hubiese soltado un buen tortazo y por descontado no habría teñido el detalle de acudir a entrevistas con aquellos que le han estado ignorando incluso 20 kilómetros antes de la meta precisamente en una etapa donde su trabajo fue prodigioso. Podría garantizar -porque estoy seguro de que todas las retransmisiones del Tour están grabadas- todo lo que digo respecto a este silencio que no sé si es menosprecio o consigna, pero en todo caso ya será tardío el reconocimiento veraz y honesto de lo que en este Tour, pase lo que pase en las etapas que quedan, han logrado dos españoles, con la pena añadida de que Jiménez, uno de estos dos magníficos, ha tenido que ceder minutos por su profesionalidad y compañerismo, que de estar libre habrían representado hasta quizá un puesto en el podio.

De nuevo pido que hablemos de los corredores y no de los ídolos, porque para ésos ya hay espacios prepagados. En mi oficio, el cine, quienes más han enriquecido las películas, sobre todo las mías, han sido esos maravillosos genéricos, hoy mal llamados actores secundarios, muy por encima de los que ocupaban la cabecera de los títulos.