Los economistas americanos, contra el euro
(Comentario a las declaraciones de Gary Becker)Los economistas norteamericanos están casi unánimemente en contra del euro: desde el famoso artículo Los argumentos contra la UME del profesor de Harvard Martin Feldstein en The Economist en 1992 (1) hasta las recientes declaraciones del profesor de Chicago y premio Nobel de Economía Gary Becker (2), pasando por Paul Krugman, Lester Thurow, Fred Bergstern y los técnicos -que no los voceros- del Departamento del Tesoro, con la mayor parte de los periodistas económicos del país, como Robert J. Samuelson, que llamó al euro "dinero loco" (3).
En Europa tendemos a descartar sus argumentos con la simplista consideración de que, claro, los americanos no tienen interés en que exista el euro, porque perjudicará el papel hegemónico del dólar en las finanzas internacionales. Sus argumentos son interesados, decimos;no les conviene, luego no tienen razón. Esta manera de argumentar es como la del que dice: "No tiene razón porque son rojos". Un argumento ad hominem que es inaceptable.
Que les interese que no exista el euro es una afirmación que: se presta a muchas discusiones, porque, por ejemplo, un euro débil y poco creíble haría aumentar la cotización del dólar y perjudicaría la exportación americana a la Unión Europea, mientras que un euro fuerte (lo mismo que un marco fuerte, en el caso de que no hubiera unión monetaria) dejaría a la industria estadounidense en una posición competitiva más favorable para exportar. Los intereses de los economistas americanos, sean los que sean, no son una excusa para no analizar seriamente sus argumentos.
Al fin y al cabo, los economistas americanos son nuestros maestros, son los que han formado a los más brillantes de nuestros jóvenes profesores de universidad, técnicos, del Banco de España y del Ministerio de Economía y Hacienda y ejecutivos que más tienen que decir en el país.
¿Por qué,si les hacemos caso en todo lo demás, por ejemplo en sus análisis del mercado de trabajo, no les- hacemos caso en el análisis de la unión monetaria?
Gary Becker se ha manifestado en contra del euro por diversos motivos: a) La centralización, de las decisiones monetarias en un banco central supranacional único. "Sería mejor enfoque", escribía, "descentralizar el poder monetario, fomentándo la competencia entre monedas" (4). b) La pérdida de un instrumento de ajuste tan importante como es el tipo de cambio.
El tipo de cambio es quizá el precio más importante de la economía. Al privarse de él, se priva de un elemento esencial de ajuste: "Se elimina la oportunidad de ajustar los tipos de cambio de las divisas a las distintas circunstancias que existen en la Unión Europea", dejando todo el peso del ajuste al mercado de trabajo. c) Un mercado de trabajo rígido en una sociedad rígida, con poca movilidad laboral. "Nosotros tenemos una moneda común, pero también una fuerza laboral que se traslada fácilmente de un Estado a otro. Europa no es así".
No recuerdan los economistas estadounidenses la movilidad de los trabajadores italianos, españoles y portugueses, que emigraron masivamente del Sur al Norte,dentro de sus países, a Europa y a las Américas.
El problema no es que los trabajadores no tengan una cultura de movilidad laboral o de emigración, como parece insinuar el Nobel Gary Becker, sino que el desempleo de muchos países y zonas ricos hace la emigración difícil por indeseable.
Este punto es quizá el que los economistas norteamericanos más resaltan. Cuando se discutía a final de la década de los sesenta y principios de los setenta (5) la cuestión de qué características debía tener un área monetaria para adoptar con éxito un tipo de cambio flexible, Robert A. Mundell, apoyándose en las opiniones de Meade y Tibor Scitovsky, definía el área monetaria óptima como una región dentro de la cual existiera plena movilidad laboral (6). La falta de movilidad laboral sustancial entre diversas partes del área monetaria sería el principal obstáculo, en esta tradición intelectual, para que una determinada región constituya un área monetaria óptima y, por tanto, para que la unión monetaria, la moneda única, funcione. Por su parte, el fiscalista Martin Feldstein se apoyaba en esto y en la falta de una autoridad fiscal a nivel de la Unión que compense los choques asimétricos.
Los economistas españoles sabemos que los americanos tienen parte de razón, pero no lo queremos decir, porque en el esquema deMaastricht, y mucho más con el Pacto de Estabilidad, queda la desnuda verdad de que si, después de la unión monetaria, la economía española necesita- un ajuste importante, la única cosa que queda por ajustar es el mercado de trabajo, a la baja. Naturalmente.
1. Martin Feldstein (1 992): 'The case against EMU'. The Economist, 13 de junio, páginas 19-22.
2. Victoria Carvajal (1997): 'La unión monetaria es un error'. EL PAíS, lunes, 16 de junio, página 74.
3. Robert J. Samuelson (1997):'Nutty money'. The Washington Post, 9 de enero, página A-25.
4. Gary Becker (1995): 'Forget monetary union. Let Europe's currencies compete'. Business Week, 13 de noviembre, página 34.
5. Harry G. Jolinson y Alexander K. Swoboda, editores (1973): The economics of common currencies. London Allen & Unwin. Londres. Conferencia de Madrid sobre Optimum currency areas, del 16-19 de marzo de 1970.
6. Robert A. Mundell (1961): 'A tlteory of optimum currency areas'. Americctn.Economic Review, 51, páginas 657-664.
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