_
_
_
_

Los nuevos presupuestos del Reino Unido castigan a quienes declinen buscar un trabajo

Isabel Ferrer

Al fotografiarse frente a la puerta del número 11 de Downing Street, su domicilio londinense como titular de Finanzas, el laborista Gordon Brown iniciaba el pasado miércoles una jornada destinada a modificar el firmamento político británico. Ése era por lo menos su deseo y en parte lo ha conseguido. Vestido de oscuro, con corbata roja, el ministro de hierro sonreía con su flamante cartera nueva en una mano y los responsables de su manufactura casi en la otra. Cuatro jóvenes de ambos sexos salidos de un taller de su propia demarcación electoral, simbolizaban el "nuevo contrato" del laborismo.

Más información
El talón de Aquiles de las pensiones

Ese nuevo contrato brindado a la sociedad se basa en un plan de empleo, en la mejora del maltrecho sistema educativo -caldo de cultivo del paro- y en la vuelta al trabajo de las familias de un solo progenitor, los olvidados del Reino Unido.Brown necesitó sólo una hora para presentar los primeros presupuestos laboristas en 18 años. Su aplicación será mucho más prolija y contundente de lo que muchos, empresarios y desempleados incluidos, imaginaban. El nuevo gravamen sobre los dividendos repartidos por las compañías privatizadas, principal soporte del plan de empleo, no presenta en principio demasiadas dudas.

De los beneficios extraordinarios obtenidos por compañías eléctricas y de agua deben salir cerca de 5.000 millones de libras (1,24 billones de pesetas). Con los parados, la mano de hierro envuelta en guante de seda tendida por el ministro, puede chocar con ciertos obstáculos.

Casi 200.000 jóvenes entre 18 y 25 años apuntados al seguro de paro desde hace seis meses podrán beneficiarse de la propuesta laborista. Para que no se llamen a engaño, David Blunkett, ministro de Educación y Empleo, ha traducido en lenguaje claro sus derechos y, sobre todo, obligaciones. Si rechazan cualquiera de las cuatro ofertas del plan, les serán restadas dos semanas de subsidio.

Una segunda negativa a colaborar verá congelados los ingresos de un mes. El tercer no comportará la supresión de la suma hasta que se decidan a cooperar. Por el camino les habrán dado a elegir entre un empleo de seis meses con una empresa; trabajo en una organización de voluntarios durante un periodo similar; un puesto en los nuevos equipos destinados a tareas medioambientales o bien sumarse, a tiempo completo, a cursos educativos y de formación profesional.

El laborismo sabe que las sanciones son rigurosas y contradicen incluso su posición de hace dos años, pero las presentan con la sonrisa de lo inevitable. "Podernos dejar a los jóvenes en la cuneta para que nadie los contrate o ponernos en marcha", ha dicho Blunkett. Ciego y con dos hijos en edad escolar, él representa, en cierto modo, el triunfo sobre la adversidad, o las limitaciones, promovido por su partido.

"No es fácil encontrar trabajo sin prepararse bien. Los cursos de formación ayudan, pero es un palo volver a estudiar", reconoce Jonathan, un muchacho de 18 años que encaja en el retrato robot del parado "buscado" por los laboristas. Dejó la escuela en Leicester a los 14 años sin concluir la secundaria. Aparte de ver mucha televisión y algunos trabajos menores, sigue buscando algo que le dé cierta seguridad económica.

Hasta que llegue ese momento, Jonathan vive con unos amigos en un piso alquilado en la periferia de la ciudad. "Yo no me lanzo a trabajar por menos de una cierta cantidad", interviene Sean, apuntado a la misma oficina de paro. De 17 años, le gustan Ias motos y las chicas, dos aficiones caras". Tampoco acabó los estudios, pero su actitud, entre festiva e insolente, puede llevarle a más de un chasco en la nueva era que Brown está seguro de haber inaugurado. -

Para cortar de raíz el cinismo con que fueron recibidas iniciativas similares, emprendidas en los años ochenta por los conservadores, el presupuesto laborista ofrece oportunidades "de calidad que no languidecerán hasta desaparecer, como las otras". Hace algo más de 10 años, la supresión por los conservadores de la ayuda a los jóvenes de 17 y 18 años dejó en la calle a muchos miles. Para los parados adultos que llevan dos años en dique seco (350.000) habrá también ofertas de empleo. Las empresas que los acepten percibirán unas 18.675 pesetas de ayuda,

Las familias de un solo progenitor tienen otros miedos. A Kim, de 18 años, madre soltera de un niño de dos años, las sanciones oficiales le parecen injustas. Forma parte de los casi dos millones de hombres y mujeres en su situación en el Reino Unido, que suman juntos un millón de hijos menores de edad. Recibe un subsidio y una ayuda por el pequeño y vive en una casa de protección social. El padre del chico, de 20 años, la visita y son buenos amigos, pero la relación sentimental concluyó hace tiempo.

Su situación no justifica negarse a trabajar, según David Blunkett, que dejará en un 60% los apoyos recibidos por jóvenes como ella "cuando no sepan hallar el equilibrio entre sus derechos y sus responsabilidades". El ministro ha sido tan rudo en su exposición detallada del plan de empleo porque se siente respaldado por lo que califica de primera ayuda seria brindada por un Gobierno a este sector de la población.

Medio millón de madres como Kim serán ayudadas a buscar trabajo y recibirán mayor formación con los 200 millones de libras (49.600 millones de pesetas) destinados a resinsertarlas. En una jugada que sorprendió a los conservadores, el presupuesto incluye una plan para ofrecer a 50.000 menores de 125 años la cualificación necesaria para cuidar niños en guarderías o parvularios.

Las escuelas de donde salieron, en contra de sus aspiraciones, casi todos los parados, de hoy también recibirán una inyección económica. En la cuadratura del círculo trazada por Gordon Brown, 2.300 millones de libras (570.400 millones de pesetas) deben servir para educar mejor.

Uno de cada tres británicos que lleva varios años sin empleo es analfabeto o carece de instrucción. Un modelo de ciudadano en franca desventaja en el Reino Unido, "competitivo y a la cabeza del siglo que se avecina", que el ministro de Finanzas desea forjar.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_