Nuestra ciencia envejece
La carencia de política científica está conduciendo a la ciencia española a un peligroso envejecimiento progresivo. En el Área de Biología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la edad media de los investigadores establecidos es ya superior a 45 años. Si consideramos que en los países desarrollados se asume la edad de máxima inventiva de un científico alrededor de los 35 años, júzguese el panorama ante el que nos encontramos.El antiguo Ministerio de Educación y Ciencia abordó más bien tímidamente, este problema, creando un programa de reincorporación de científicos españoles a los que se ofrecía una contratación temporal. Se trataba de reimportar investigadores jóvenes, preparados y con ilusiones. Hoy estamos ante el fracaso de este programa: años después de su vuelta, estos investigadores se sienten frustrados y deprimidos. Y muchos investigadores establecidos, que los acogimos esperando mejorar nuestra calidad científica, nos sentimos igual. Las causas del fracaso son simples: no existe una carrera investigadora en España que permita a los jóvenes investigadores su vinculación definitiva a los organismos de investigación. Como siempre, se acude a soluciones a corto plazo, a la improvisación o a la indiferencia. Se ha repetido hastá la saciedad que la ciencia tiene que ser abordada como un tema de Estado, y que su planificación se tiene que hacer a medio o largo plazo. Es inútil. Por ello, debemos dar una voz de alarma ante la sociedad, que es la que financia su ciencia (los políticos sólo la gestionan). Dependemos demasiado de la tecnología extranjera y la pagamos demasiado. Pero ¿a quien le importa? Pues al ciudadano, que es quien paga.
Planteados estos problemas ante las autoridades correspondientes, recibimos unas respuestas-tipo, las cuales repiten, mecánicamente y sin convicción. Ejemplos:
"El sistema de ciencia español no puede crecer indefinidamente". ¡Pero si aún no creció! No hemos alcanzado la mitad de las cifras relativas de científicos que tienen los países de la Europa desarrollada. La ciencia española puede y debe absorber a los científicos preparados que, ahora mismo, siguen siendo pocos.
"Losjóvenes científicos deben incorporarse al sector industrial". ¿Dijo investigar en las empresas? Al menos en Biología, muchas de ellas carecen de departamentos de investigación en España (hay muy honrosas excepciones).
"Los jóvenes científicos sólo desean ser funcionarios". Tampoco. Desean estabilidad laboral para hacer su trabajo en paz, sin incertidumbres. Esto se consigue no sólo mediante el acceso al funcionariado, sino también mediante un sistema de contratación estable. Los contratos actuales (tres años de duración máxima) se hacen por "obra y servicio". Es decir, lo mismo se puede contratar a un investigador que a una empresa de limpieza.
Resulta cuanto menos curioso que el Ministerio, de Educación, Cultura, Deportes, y Ciencia haya decidido solucionar el problema mediante la financiación, con fondos propios, de un programa de contratación de unos cincuenta jóvenes investigadores españoles... ¡en México! Ante esta demencia, sólo cabe una reflexión: ¿Queremos hacer ciencia en España o sólo queremos aparentarlo para quedar bien ante Europa? Si la respuesta es lo primero, abórdese de una vez el problema. Contrátese a los jóvenes por cinco años, evalúese la calidad de su trabajo y, si es buena, renuévense sus contratos. Genérense plazas en los centros públicos de investigación. Dicho en pocas palabras: rejuvenézcase el sistema de ciencia aprovechando a los investigadores que ya tenemos. El coste económico es muy pequeño y el riesgo de perder lo conseguido es enorme. Si lo que quieren es "jugar a cocinitas", que nos lo digan ya para no formar más científicos jóvenes y para aconsejar a los que han tenido la mala suerte de serlo, que emigren a otros lugares y/o empleos menos inhóspitos.
Manuel Espinosa es profesor de Investigación del CSIC.
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