Impotencia

Me dirijo a ustedes para prevenirles y contarles el gran enojo e impotencia que como hija de una gran persona -mi padre- sufro por cómo se han desarrollado los acontecimientos en el momento de su muerte, en cuanto a asistencia sanitaria se refiere.Mis padres, ya jubilados, estaban el pasado mes de abril disfrutando de unos días de vacaciones, a través del Inserso, en la isla de Palma de Mallorca, más concretamente en la zona de El Arenal. Una noche, alrededor de las 3.30, cuando mi padre se sintió mal (él estaba enfermo del corazón desde hacía 12 años), rápidamente, desde el hotel, se avisó al servicio de urgencias requiriendo la asistencia de personal especializado. ¿Quieren saber ustedes que pasó? Pues que, desgraciadamente para mi padre, dicha asistencia tardó 35 minutos, repito 35 minutos, en llegar al hotel. Tras esa tardanza, mi padre yacía ya muerto a la puerta del ascensor.

Mi reflexión es la siguiente: posiblemente mi padre hubiese muerto igual, pero habría sido bajo los cuidados de personas especializadas y con el equipo médico adecuado. De esta forma, y desde mi impotencia., no me quedaría la duda de qué hubiera pasado si hubieran llegado antes (lo normal hubiera sido hacer ese trayecto de Palma a El Arenal en 10 ó 15 minutos).

Saquen de este caso concreto las conclusiones oportunas, y si con mi protesta insto a que las autoridades sanitarias establezcan los medios adecuados para prevenir nuevos sucesos similares, se aliviaría mucho mi dolor. Aprovecho al mismo tiempo para dar las gracias al personal del hotel y a las personas allí alojadas por todo lo que intentaron hacer en esos momentos.-