El riesgo de la tez clara
Las dermatosis profesionales pueden aparecer a cualquier edad, aunque son más frecuentes a partir de los 40 años. Condicionan su aparición el tipo de piel (cuanto más clara, más sensible a los productos químicos) y su estado, la constitución de cada individuo, las características de la empresa y del puesto de trabajo. La mejor prevención es preparar al trabajador, y al empresario, para saber qué y cómo se utiliza, recurriendo si hace falta a guantes y mascarillas especiales y separando al afectado cuanto antes del puesto donde esté la sustancia dañina.Las dermatitis de contacto son erupciones en la piel, de tipo alérgico o irritativo, provocadas por el contacto con una determinada sustancia química. Las más complejas y difíciles de tratar son las de origen alérgico, ya que el sujeto sensibilizado ante una sustancia padece reacciones cutáneas cada vez que vuelve a contactar con ella, haciendo necesario localizar el alérgeno para aislarle de él, no sólo en el trabajo, sino también en su vida privada. Las de tipo irritativo, por su parte, son mucho más frecuentes, pero más fáciles de prevenir y de tratar, lo que permite la reintegración laboral del enfermo. El ejemplo más clásico de dermatitis irritativa es el eczema del ama de casa, producido por el uso continuo de jabones, detergentes o alimentos que, al tocarlos con las manos húmedas, alteran el Ph de la piel provocando lesiones en las palmas.
El principal problema que plantean las dermatitis de contacto es descubrir el alérgeno o la sustancia causante de la enfermedad. Lo primero que se hace es una historia clínica, observando, entre otros factores, si las lesiones mejoran en los días de descanso para asegurarse de que la sustancia causante está en el trabajo. Es imprescindible para el tratamiento y a la hora de justificar, por ejemplo, una baja laboral, una incapacidad definitiva o una indemnización.
El otro paso es el método diagnóstico: colocar en la espalda baterías de parches, impregnados con sustancias sospechosas, que a los días permiten detectar el alérgeno responsable. Otras técnicas, menos habituales, son la biopsia y el estudio de hongos.
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