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"Ahora apagamos los motores..."

Un vuelo de campeonato contado desde el asiento del copiloto de una avioneta

La inmensidad del cielo abierto empequeñece la avioneta de tal manera que te hace sentir como un insignificante mosquito. La nave se tambalea en el aire. El piloto conduce tranquilo. Su seguridad contagia al acompañan te, aunque en los primeros momentos es inevitable que el profano sienta cierto agobio. La avioneta asciende hasta los 1.000 me tros de altitud. Es entonces cuan do empieza la diversión, de la que fue testigo directo EL PAÍS."Ahora apagamos los motores y entramos en barrena", dice tan tranquilo Miguel Casadesus, piloto acrobático del Club Aéreo Barcelona-Sabadell. La hélice se para y la avioneta pierde velocidad. Acaba parada en mitad del cielo. Una luz roja se enciende en el rudimentario panel de control. Es la señal que indica la entrada en barrena (situación de descontrol de la nave por caída voluntaria en picado). Cuando parece inevitable la colisión, el piloto arranca y tira de la palanca de mando (como el volante de un coche). La avioneta levanta el vuelo y las tripas se te aprietan contra la espalda. Notas una sensación rara en la cabeza. El cuerpo aguanta una presión que puede llegar hasta las 10 ges de gravedad, lo que quiere decir que la presión del peso del cuerpo sobre el asiento se multiplica por diez.

Son las sensaciones que experimentarion los 18 pilotos que ayer compitieron en el Campeonato de España de Vuelo Acrobáticol, celebrado en la localidad de, El Alamo. Todos se tiraron en barrena, hicieron toneles (giros sobre su propio eje) y rizos (vuelta completa), entre otras peripecias aladas. La competición tiene un campo de juego determinado: sobre un espacio delimitado en el cielo como un cubo imaginario de un kilómetro de largo por cada lado, situado a 1.000 metros de altitud.

Ramón Alonso, madrileño de 39 años que lleva 17 pilotando avionetas y situado entre los diez primeros pilotos acrobatas del mundo, se proclamó ayer, por sexta vez, campeón de España. Alejandro Maclean quedó en segundo lugar, y Víctor Lleo en tercero.

"La acrobacia es un pilotaje de precisión. Es un vuelo de coreografía donde todo está calculado al milírnetro", explicó Alonso. "Son como los pilotos de fórmula 1, no pueden cometer ni un fallo", añadió el presidente de la Federación Española de Deportes Aéreos, Alvaro Calderón.

El mayor peligro que corre un piloto de acrobacias es quedarse inconsciente en pleno vuelo. Puede pasar porque hay momentos en los que la sangre baja del cerebro por la presión que soporta el cuerpo en los giros más bruscos.

"Para evitar que eso suceda, hay que apretar fuerte las abdominales. De esta forma impides que baje la sangre a las extremidades", explicó Alonso.

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