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LA ENTREGA DE HONG KONG

Las dos caras del futuro del territorio

Los hongkoneses apuestan por la economía, pero temen por sus derechos civiles

Cuando el pasado día 15 88.000 personas se precipitaron al campo de la carrera de Shatin para apostar más de 52.500 millones de pesetas, en la jornada más importante jamás vista en toda la historia del Hong Kong Jockey Club, después de haber apostado cerca de 245.000 millones de pesetas durante la sesión, ¿de qué se trataba? ¿De la manifestación festiva de un entusiasmo colectivo? ¿De un gesto de conjura? Cuando unas semanas antes uno de cada 16 residentes en el territorio hacía cola ante las ventanillas de los bancos para intentar la compra del último chip rojo, Beijing Enterprise, una filial de Pekín que se introducía en la Bolsa de Hong Kong, entonces, una vez más, ¿qué hace falta observar? ¿Un testimonio de confianza en el futuro dueño del territorio o el simple deseo de dar un buen golpe?En vísperas del retomo de Hong Kong a China, rara vez el territorio ha conocido semejante convergencia de los indicadores de confianza. Esto hace decir a un observador presente desde hace tiempo en la colonia: "Jamás el clima ha sido tan bueno". Fin de la salida masiva de capitales: los depósitos en dólares de Hong Kong eran, a finales de marzo, un 19% más altos en relación con los existentes a finales de marzo del año pasado, mientras que los depósitos en divisas han permanecido en el mismo nivel desde hace tres años. Prueba de la confianza en esta estabilidad es que la paridad entre el dólar de Hong Kong y el dólar estadounidense sigue intacta. De ahí que tampoco haya ni presiones sobre el dólar de Hong Kong ni sobre la liquidez bancaria. Y si a finales de marzo el montante de los créditos totales había aumentado tan sólo un 5% sobre los 12 meses anteriores, los destinados a financiar actividades locales aumentan a un ritmo del 24,5% al año, lo que significa que el conjunto de la economía ha optado por endeudarse para crecer en un futuro.

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Es, sin duda, el sector inmobiliario el que tira del conjunto de la actividad bancaria, en particular de los préstamos a largo plazo (26%) y del sector de la construcción (30%), los cuales representan el 42% de los préstamos concedidos en Hong Kong. Pero esto aún indica que particulares o empresas, que se endeudan por invertir, creen suficientemente en un futuro como para seguir apostando por la estabilidad.

Es evidente que la economía ha salido de las medias tintas, marcadas por el enfriamiento de la actividad en China Popular en los dos últimos años. Más que nunca, Hong Kong vibra con la actividad incesante de sus comerciantes, banqueros, negociantes o los vendedores de chucherías, y las calles parece que nunca dejaran de moverse: "Sobre los seis primeros meses del año, el crecimiento debería de haber alcanzado el 6%, o ligeramente superior, empujado por un repunte del consumo, el flujo de turistas en los primeros meses y la construcción", explica lan Perkin, economista de la Cámara de Comercio del territorio. Después de los grandes trabajos ligados al nuevo aeropuerto de Chek Lap Kok, por lo que no es sólo el gasto público lo que sostiene la actividad.

Además, hay un índice que no ofrece dudas: todo el mundo parece trabajar en este territorio, donde las tasas de desempleo no alcanzaban a finales de mayo el 2,5% de la población activa -es, por tanto, un desempleo menor que el de las economías occidentales-, y donde las casi 200 páginas de ofertas de empleo semanales del South China Morning Post muestran que tiene más posibilidades la construcción del futuro que los interrogantes paralizantes.

Por otra parte, la Bolsa misma habrá terminado su última sesión bajo la dominación británica con un récord histórico de 15.196 puntos, alcanzado sobre los chips rojos, estas acciones de sociedades controladas por China que llegaron a Hong Kong para elevar sus fondos. Incluso si se murmura que los grandes grupos chinos presentes en Hong Kong han sido encargados por Pekín de conseguir una transición tranquila y de sostener los mercados financieros, está claro que ellos solos no habrían podido conseguir semejante convergencia de indicadores.

¿Tenía razón Qian Qichen cuando declaró a mediados de junio: "La mayoría de los habitantes de Hong Kong están muy contentos de la vuelta de Hong Kong a China"? Y el mismo ministro chino de Asuntos Exteriores añadió en esa fecha: "Para los residentes, empresarios e inversores, las perspectivas son magníficas".

Sin embargo, la encuesta de junio pasado del Hong Kong Transition Project revela que sólo el 27% de la población está "muy entusiasmada" con la vuelta del territorio a China. El estudio muestra a unos habitantes mucho más preocupados por la libertad política de lo que sugiere la habitual caricatura que muestra que el único interés de los hongkoneses es hacer dinero. Según la encuesta, el 58% de las personas interrogadas sé declaran "ligeramente, bastante o muy preocupados" por la estabilidad política, y sobre todo por el temor a la vuelta de la corrupción.

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