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34º CONGRESO DEL PSOE

González, en la reserva a la espera de que se consolide el liderazgo de Almunia

Luis R. Aizpeolea

Felipe González no cerró ayer la puerta a la candidatura a la presidencia del Gobierno. "Vamos a no dar ventajas a nadie", dijo en referencia a José María Aznar. Y fue todo lo que contestó a las insistentes preguntas sobre el asunto. Esta respuesta y la que ofreció su sucesor, Joaquín Almunia -"depende del PSOE"-, arroja pistas sobre el futuro de liderazgo del partido socialista. Si Almunia dispone del tiempo suficiente para consolidarse como secretario general, podría ser el Jospin español. De lo contrario, González, que queda en la reserva, podría regresar. Ayer reiteró su "disponibilidad" al partido para lo que hiciera falta.

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Mientras el experimento Almunia se pone a prueba, González ha dejado claro su alejamiento de las tareas directivas del PSOE, e incluso de las tentaciones de tutela, al manifestar que "no estorbará" al equipo de Almunia. Su apuesta por el éxito del sucesor es clara. "El logro de la renovación se comprobará con el paso del tiempo", dijo ayer.González se dedicará "a lo que quiera", en palabras de Almunia. Pero el ex secretario general ya ha adelantado que pretende centrarse en la reflexión política a través de una fundación y, como dijo en su discurso de despedida del viernes, a denunciar la "trama" montada contra él y su Gobierno. Con ello queda, pese a las suspicacias que levanta una posible supervisión de González del proceso, expedito el camino para el trabajo de Joaquín Almunia y sus hombres de confianza, componentes, entre otros, del llamado despectivamente por los gurristas clan de Chamartín, como Joaquín Leguina y Alfredo Pérez Rubalcaba.

¿Qué va a cambiar de González a Almunia? Ideológicamente, nada o casi nada. La sintonía política del sucesor con González es absoluta. El nuevo secretario general es un pragmático como su antecesor. Algunos de sus compañeros le reprochan, como a González, que es "muy liberal" en, política económica. Pero, desde el punto de vista del estilo político, el cambio es casi absoluto.

Menos carisma

Con González desaparece de la dirección del PSOE un líder carismático, casi inaccesible, de decisiones sorprendentes como la que acaba de protagonizar. Almunia carece del carisma de su antecesor y eso le obliga a trabajar en equipo. Pero también lo hará por convicción. Ayer mismo insistió en la participación como elemento básico de la democracia. Quienes cooperan con él en el grupo parlamentario admiten su gran capacidad organizadora. Con la elección de Almunia regresa la colegialidad a la dirección del PSOE tras la etapa excepcional de González.Asimismo, desaparece de la dirección socialista la enorme intuición que derrochaba González ante la política. La sustituyen otros valores, como el rigor y la planificación del estilo de trabajo de Almunia.

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La capacidad mediática y el encanto personal de González también pasan a mejor vida con el nuevo secretario general. Por si quedaba alguna duda, ayer aclaró el propio Almunia que no sentía ningún complejo. "No me preocupa en absoluto. No me lo voy a plantear un sólo minuto", respondió cuando le preguntaron si no podía ser víctima de la comparación con González. En Almunia prima la solidez en las ideas y una imagen de credibilidad y firmeza que al PSOE le van muy bien tras los tiempos de escándalos vividos.

Una firmeza que Almunia ha mostrado también en su trayectoria interna. Fue uno de los primeros socialistas que plantó cara a Alfonso Guerra y eso le valió la salida del Gobierno en 1991 por razones de equilibrio político y, en consecuencia, una larga travesía del desierto, -alejado del Ejecutivo y de la dirección del PSOE- que finalizó en 1994 con su nombramiento como jefe del Grupo Parlamentario.

También cambiará el tipo de interlocución. González tiene un enorme predicamento internacional del que, lógicamente, carece el nuevo secretario general. Sin embargo, en la política española Almunia tiene mejor cartel. El nuevo secretario general no despierta, a priori, las antipatías personales de Felipe González en políticos como José María Aznar o Julio Anguita. Algunos, especialmente el líder de IU, han expresado con frecuencia que mientras González estuviera al frente del PSOE no había entendimiento posible.

El nuevo secretario general es un político templado, que ha sido muy respetado durante sus tres años de mandato como portavoz del Grupo Parlamentario, por los cabezas de filas de otros partidos. Mantiene, además, excelentes relaciones con los nacionalistas, especialmente los de CiU. Esta cualidad suya abre un nuevo campo de posibilidades a las relaciones del PSOE con las demás formaciones.

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