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Rusia se estrena hoy en Denver como miembro de pleno derecho del G-7

El G-7 ha muerto, viva el G-8. En la reunión anual de las democracias más prósperas que hoy comienza en Denver (Colorado), la Rusia de Borís Yeltsin no será una invitada como en los últimos años, sino un miembro de pleno derecho. La admisión de Rusia al club no es debida a su situación económica, caracterizada por la confusión y la corrupción, sino un premio norteamericano por no haber puesto serios obstáculos a la ampliación de la OTAN al este de Europa.

"A todos los efectos, la reunión de Denver no es del G-7, sino del G-8", dijo ayer Mike McCurry, portavoz de la Casa Blanca. Según McCurry, eso "refleja tanto las realidades de la economía rusa como su estatuto de gran nación democrática del mundo industrializado". Yeltsin no tendrá, pues, que esperar en una sala aparte a que los otros siete jefes de Estado y de Gobierno terminen sus discusiones y le inviten a sumarse a la reunión, sino que se sentará con ellos desde el primer momento.El laborista Tony Blair hará su debut como primer ministro británico en este tipo de encuentros anuales, iniciados tras las crisis del petróleo de comienzos de los años setenta. En cambio, el socialista Lionel Jospin no viajará hoy a Denver. Francia estará representada por el presidente Jacques Chirac.

El anfitrión de la cumbre, Bill Clinton, se felicitará de que EE UU no sólo ejerce el liderazgo político, militar y cultural del planeta, sino también el económico.

En su primera cumbre del G-7, en Tokio en 1993, Clinton tuvo que escuchar un aluvión de críticas por el desastroso estado de las finanzas públicas de EE UU. "Nuestros socios temían que nuestro déficit crónico pudiera provocar una subida mundial de los tipos de interés, con el consiguiente frenazo a la recuperación económica", recordó ayer Dan Tarullo, responsable de relaciones económicas internacionales de la Casa Blanca. "En Denver, como en Tokio", añadió, "nuestra economía va a ser protagonista, pero por sus excelentes resultados".

Frente a una Unión Europea con altos niveles de desempleo y un Japón que apenas empieza a salir de la crisis, Clinton presentará a EE UU como el "modelo de transición de la era industrial a la era de la información". Y citará como ejemplares las cifras norteamericanas: un crecimiento del 5,8% en el primer trimestre de este año, una inflación del 2,2 en los últimos 12 meses, un desempleo del 4,8% y un proceso de reducción del déficit -el 1, 1 % del PIB al final de este ejercicio- que conduce al equilibrio presupuestario en el 2002.

El motor norteamericano

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En claro contraste con las europeas, la economía de EE UU ha creado 12 millones de empleos desde 1993. Esto, según los expertos norteamericanos, es atribuible a las reducciones de plantilla de las empresas (downsizing), la desregulación en sectores como las telecomunicaciones, la aviación y los servicios financieros, los recortes en el gasto público, la flexibilidad y movilidad laborales, las muchas horas semanales trabajadas y las pocas vacaciones disfrutadas y la introducción masiva de la informática en la vida cotidiana y económica.Los norteamericanos, según fuentes del departamento del Tesoro, subrayarán que el otro único miembro del club con una economía claramente floreciente es el Reino Unido, "precisamente porque ha seguido nuestro camino". A Washington no le convence el programa económico con el que han conseguido la victoria los socialistas de Jospin. Creen que la rigidez de los mercados laborales, el apego a las muchas conquistas sociales y la elevada participación del gasto público en el PIB -el 33% en EE UU; más del 50% en la Europa continental- son las causas principales del desempleo crónico en países como Francia.

EE UU, según las fuentes del Departamento del Tesoro, reiterará en Denver que desea y necesita que las economías de Europa y Japón vayan bien para poder exportar sus productos y para evitar problemas políticos y sociales en el mundo occidental.

En vísperas del G-8 de Denver, un alto funcionario del Departamento de Estado ha afirmado a este periódico que Washington no considera que su deseo de limitar la ampliación de la OTAN a checos, húngaros y polacos sea "una imposición". "Lo único que decimos es que sólo hay consenso sobre esos tres países y que tanto la Alianza como nuestro Congreso no pueden ahora digerir más incorporaciones".

Sobre las aspiraciones turcas a entrar en la UE, el alto funcionario ha declarado: "Nos preocupa que Turquía siga orientada hacia Occidente, pero EE UU no puede forzar a la UE a integrarla en su seno. Por otra parte, hay muchas cosas que Ankara debe hacer todavía: construir una democracia sólida y laica, mejorar los derechos humanos y descrispar sus relaciones con Grecia".

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