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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un paso adelante

POR PRIMERA vez en la historia electoral de Marruecos, el Ministerio del Interior no ha participado en unos comicios. Ésta es la principal victoria lograda en las recientes elecciones comunales celebradas el pasado viernes en el reino, en las que cuatro de los más importantes partidos de la derecha lograron en conjunto más del 56% de las 24.253 concejalías del país. La no injerencia del Ministerio del Interior es el resultado de un largo y costoso debate político, impulsado desde hace anos por los partidos de la oposición democrática -Kutla- encabezados por la formación nacionalista Istiqlal y la Unión Socialista de las Fuerzas Populares, que venían exigiendo el fin de un intervencionismo gubernamental en los comicios que favorecía determinadas candidaturas. El debate ha servido para poner en pie una serie de organismos y normas para asegurar la transparencia y el control de los comicios, rubricando así un gran acuerdo nacional: el pacto de limpieza.Todos estos pactos y negociaciones no han impedido, sin embargo, que volvieran a aparecer el pasado viernes, día de las elecciones, las tradicionales irregularidades constatadas en otras consultas, entre las que destacan la compraventa de votos, las presiones o el incumplimiento flagrante de las recién estrenadas normas electorales. Los responsables de estas anomalías fueron, al parecer, en la mayoría de los casos, los propios partidos, muchos de los cuales han acabado impregnándose de esa "cultura de la corrupción electoral" que durante más de tres décadas ha minado la sociedad política marroquí, provocando al mismo tiempo la desconfianza y el escepticismo del ciudadano hacia todas las organizaciones políticas.

Marruecos, que ha empezado a atisbar con estas elecciones el camino hacia la verdadera representatividad, deberá aprender ahora a caminar y avanzar por ella. El primer paso está dado, el Ministerio del Interior ha asumido en principio el papel de árbitro neutral y ha dejado de actuar formalmente como un partido en los comicios. Pero esto no es todo. Erradicar definitivamente la "cultura de la corrupción" oponiendo a estas anomalías la "cultura de la democracia" es una larga y costosa tarea. La responsabilidad de este trabajo recae directamente en los propios partidos, especialmente los de la izquierda, que deben efectuar una crítica honesta y descubrir sus errores.

Los partidos políticos marroquíes deberán dedicar sus esfuerzos a recuperar la confianza del ciudadano. A esto se le llama pedagogía política. Dejar esta tarea en manos del Ministerio del Interior o del Estado, como algunos reclaman ahora, es volver al viejo esquema suprimido con los recientes comicios. Con esta dejación eludirían sus propias responsabilidades en la construcción de un Marruecos democrático.

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