La conferencia de Babel
Para que vean que no soy un "euroescéptico" sino un "eurorealista", les recuerdo que la Conferencia Intergubernamental, cuya sigla, por si no lo sabían, es la CIG, se reúne en Amsterdam la próxima semana. Ese cónclave tiene por objeto discutir la reforma del modo de gobernarse la Unión Europea. Las desesperadas propuestas de última hora que hace la presidencia holandesa me hacen temer un fracaso.Pocas declaraciones indican tanto alejamiento de la realidad como la reciente de Marcelino Oreja, el comisario encargado de su organización. Preguntado por el periodista de EL PAÍS si las propuestas de reforma institucional presentadas por Bruselas saldrían aguadas de la reunión de manos de los representantes de los Estados miembros de la Unión, contestó el señor Oreja: "La dificultad consiste en que el tope máximo al que pueden llegar los Gobiernos coincide con el mínimo al que aspira la opinión pública". La pobre opinión pública europea, no sólo no tiene aspiración ninguna en materia de la CIG, sino que me atrevería a decir que la dicha Conferencia Intergubernamental le trae al fresco.
Las cuestiones a resolver son peliagudas. En la actualidad, los quince países miembros tienen un comisario en Bruselas y los grandes otro más, total 20. La propuesta de los grandes era reducir inmediatamente el número de comisarios a 10, para que la Comisión funcionara mejor. Pero la presidencia holandesa sólo propone que se reduzca a uno por país cuando el número de miembros aumente a veinte con la entrada de Polonia, Chequia y Hungría; y que sigan siendo 20 comisarios cuando se amplíe la cifra de los miembros a 26.
Otro problema es el número de votos de cada país, sobre todo ahora que van aumentando las decisiones por mayoría. Los cuatro países mayores tienen 10 votos; España 8; Luxemburgo, con una población como Baleares, 2. La proporción no parece justa, pero los holandeses proponen no tomar ninguna decisión hasta que la ampliación se haya realizado.
Irlanda y el Reino Unido se oponen a desmantelar los controles en frontera. Los demás miembros exigían que se impusiera la total libertad de movimientos en el interior de la Unión. Los holandeses aplazan la decisión a dentro de cinco años. El nuevo gobierno británico, frente a los alemanes y franceses, sigue pensando que la OTAN debe ser el brazo defensivo de Europa. Y ni ellos, ni los suecos, ni los daneses tienen la intención, por el momento, de formar parte de la Unión Monetaria.
Se habla mucho del "déficit democrático" de la Unión: los funcionarios no elegidos tienen demasiado poder y eso aleja a los pueblos de decisiones que les afectan profundamente. Para remediarlo los franceses proponen que un consejo político ejerza soberanía sobre el Banco Central Europeo, pero los alemanes temen que ello desemboque en un euro débil. Otros reclaman más poderes para el Parlamento, una Cámara en la. que la mayoría de los europeos no se reconocen.
Como ven ustedes, en Amsterdam habrá un verdadero guirigay. Ante la Unión se presenta un trilema: o reduce drásticamente sus funciones y concentra la atención en la libertad económica; o establece dos velocidades, permitiendo a algunos países fundirse más estrechamente que los demás; o se hunde en una confusión cada vez más profunda, al no reformar nada substancial. Yo creo que ocurrirá esto último, con lo que la UE tenderá a convertirse en el paraíso de los grupos de presión, que siempre engordan al amparo del secreto y la oscuridad. Si no me creen, recuerden la política agraria común, cuyos detalles nadie entiende y que se ha convertido en una mafia de ministros de agricultura y sus clientes.
Les haré una pequeña prueba. ¿Han oído ustedes hablar de "los tres pilares"? ¿Saben dónde está Schengen? ¿Podrían decirme lo que contiene la Carta Social? ¿Cómo aplicaría usted "el principio de subsidiariedad"? ¿Qué exige Francia para sus DOM-TOM? Recite la lista de los países miembros de corrido. ¿Qué Estados han presentado su candidatura a la Unión Europea? Suspenso.
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