Volvió y triunfó

Prosigue la Comunidad de Madrid su tarea recuperadora de obras españolas incomprensiblemente olvidadas. Es el caso de la ópera Amaya, uno de los ejemplos más valiosos del teatro nacionalista del País Vasco, que acusa las presiones de la época (Wagner, los rusos, Puccini...), pero responde a las características individuales de Jesús Guridi: popularismo universalizado, lirismo hondo y, como contraste, gran potencia. Amaya está ligada a la Sociedad Coral Bilbaína, de la que Guridi fue director a partir de 1912. Y con la Sociedad Coral, cargada de historia después de 110 años de triunfal existencia, ha vuelto a sonar ahora en versión de concierto. Han sido solistas de mérito Inmaculada Egido, Mercé Obiols, Emilio Sánchez, Alfonso Echeverría y Carmelo Cordón. Lo mejor que puede decirse de todos ellos es que supieron integrarse en un todo coherente y acusadamente, teatral, para lo que resultó importante el trabajo del director García Asensio, la Sinfónica madrileña y el coro de El Bocho. Quizá adoleció la versión de cierta blandura, más evidente en momentos como la Espatadantza, mientras alguna dosis de frialdad restó emoción a los pasajes más evocadores.