Sensación agridulce en el PSOE

Sensación agridulce en el grupo parlamentario socialista. El primer debate del estado de la nación en la oposición ha significado un pequeño respiro en la tensión que mantienen con el Gobierno y les ha hecho tomar conciencia de que el Ejecutivo que preside José María Aznar goza de buena salud gracias al apoyo de los nacionalistas.La actuación del presidente del grupo parlamentario, Felipe González, merece para los suyos la aprobación que tiene haga lo que haga, aunque reconocen que les hubiera gustado que fuera más incisivo y preciso en tres o cuatro asuntos que marcan su diferencia con el grupo popular.

El objetivo de González era demostrar que él y su grupo no crean crispación sino que se comportan responsablemente cuando de lo que se trata es de que España entre en el pelotón de cabeza de la unión monetaria de la UE, o en su actitud de apoyo total al Gobierno en la lucha contra el terrorismo. A pesar del tono suave se pudo apreciar en la intervención de González los aspectos críticos que su grupo mantiene con el Gobierno desde hace meses.

No les llamó del todo la atención la actitud serena de González pues anteayer, antes de que comenzara el debate, hubo una reunión interna de los parlamentarios en la que el líder socialista anticipó su intención de no hacer sangre. Es más, hubo recomendación de que no hubiera pateos ni abucheos cuando interviniera el presidente del Gobierno. Las paredes debieron hablar, porque tampoco en las filas populares hubo gestos ni apreciaciones sonoras cuando González estaba en la tribuna; si acaso cuando González llevaba en el turno de la palabra 60 minutos se advirtieron en los bancos de la derecha cierta desazón, porque había superado el tiempo reglamentario.

Nada fue casual en la intervención de González salvo la prisa que al final tuvo que darse en meter en pocos minutos su preocupación por las acciones "de abuso de poder" que advierte en el Gobierno del PP.