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DEBATE SOBRE EL ESTADO DE LA NACIÓN

González denuncia los ataques "a las reglas del juego" democrático y elogia la mejora económica

Anabel Díez

El ex presidente del Gobierno Felipe González aprovechó que está a punto de celebrarse el 20º aniversario de las primeras elecciones democráticas para comunicar al Congreso de los Diputados su preocupación por el respeto a lo que llamó "reglas del juego" en democracia. Tampoco le parecen adecuados algunos de los comportamientos del Poder Judicial y considera sin tapujos que el Ejecutivo que dirige José María Aznar está cometiendo "abuso de poder" en la regulación de la ley digital. En el lado positivo, González reconoció la "indudable" mejora de la economía y el empleo, aunque matizó que en los cinco primeros meses de 1995 y 1996, con Gobiernos socialistas, el empleo creció más que en el mismo periodo de este año.

González está dispuesto a encontrar áreas de acuerdo en asuntos como política autonómica, exterior y todas las medidas conducentes a que España forme parte del grupo de cabeza de la Unión Económica y Monetaria. Sobre estos asuntos, sin embargo, expresó rotundas objeciones.De la intervención de González podía extraerse a primera vista una impresión engañosa, dado que en varias ocasiones se puso enfático en su apoyo al Gobierno. Todos esos momentos, sin embargo, culminaban con serios reproches.

El único aspecto en el que reconoció sin ambages que la política de José María Aznar estaba dando resultados fue en la creación de empleo. "Sí, va bien, el empleo va bien". El cumplimiento de los criterios de convergencia descritos en Maastricht no sólo gozan del apoyo de González sino que presume de ser uno de sus creadores.

Durante hora y media y sin papeles, Felipe González construyó una intervención al hilo del discurso que por la mañana había desgranado el presidente del Gobierno, José María Aznar. Las buenas formas fueron la constante de la intervención de González en un intento de que no se le acusara de atizar la crispación. El momento en el que adoptó el tono más grave fue cuando se refirió a su último apartado, que podría englobarse en un epígrafe general titulado "reglas del juego dernocrático". A pesar de lo que se esperaba, no se refirió en momento alguno a un supuesto retroceso de libertades tal y como vienen haciendo él mismo y dirigentes de su partido desde hace semanas.

El líder socialista quiso envolver de humor su denuncia sobre esa ruptura de las "reglas del juego democrático" para intentar que en el ambiente calara que no le preocupa su situación personal. "No voy a entrar en el, ¿cómo se llama?, agobiante calendario judicial que a algunos nos oprime, sino en la preocupación por el funcionamiento de la justicia", dijo parafraseando al secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Rodríguez, que tres semanas atrás comparó el horizonte internacional que José María Aznar tenía por delante con el "agobiante calendario judicial" de Felipe González.

El ex presidente del Gobierno intentó mostrarse respetuoso con el poder judicial y centró sus alusiones en esta materia en la defensa del poder ejecutivo. "El poder judicial es un poder independiente del Estado, en equilibrio con otros poderes". González, a continuación, se dirigió expresamente a Aznar: "SI usted manda soldados a Albania, creo que ningún juez puede decir si eso se ajusta o no a no sé qué ley". Puso este ejemplo un tanto exagerado para referirse en realidad al acto de Gobierno que significó no desclasificar los papeles del Cesid para luego ser puesto en cuestión por la Sala Tercera del Tribunal Supremo.

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González consideró muy grave la denuncia del presidente del, Gobierno, José María Aznar, sobre lo que se ha llamado "amnistía fiscal" de los Gobiernos anteriores para beneficiar a unos "amiguetes". Resaltó el líder socialista que es bueno tener en cuenta, "respecto a las reglas de juego, que la única comisión de investigación que ha aprobado la Cámara se refiere al Gobierno anterior". A casi seis meses de la constitución de tal, comisión parlamentaria ya no sabe González si se han recibido "2.800, 3.400 o 18.500 expedientes".

Según avanzaba en esta materia, su tono de voz iba tornándose más indignado. "Pido seriamente que se presenten esos 600 expedientes por valor de 200.000 millones de pesetas porque si no se encuentran ahora es que cuando se hizo la denuncia en enero no se tenían. Si es así, pido, exijo, una rectificación pura y simple sobre esa afirmación". Ya en los pasillos, aseguró que no aceptará un "arreglo de conveniencia" sobre este asunto.

En la lucha contra el terrorismo, nada que objetar, y si lo hay González se lo dirá en privado al ministro Jaime Mayor Oreja. También de acuerdo en apoyar al Gobierno para llegar a la moneda única. Eso sí, las puyas empezaron y siguieron en el resto de las materias en las que González ofreció consenso. El líder socialista pidió a Aznar que, como ya hiciera él, defienda en Europa para España las políticas de cohesión y que no tenga cuidado porque él no le va a llamar "pedigüeño"; así le llamó Aznar a González en la cumbre de Edimburgo. Está bien que Aznar siga defendiendo la supresión del derecho de asilo entre los países de la Unión; ahora, no debió "vender la piel sin haber cazado el oso", tal y como hizo el Gobierno en una aproximación a este asunto en la cumbre de Dublín que luego quedó en nada. El líder socialista reiteró también que el Gobierno se había equivocado en su política sobre Cuba.

González también ofrece pacto para la "articulación de España", pero, hoy por hoy, discrepa en cómo lo está haciendo el Gobierno. En educación, González ve "una orientación peligrosa hacia la privatización".

No respondió el presidente del Gobierno a la pregunta de González sobre qué había de cierto en que "unas empresas multinacionales" están haciendo un estudio sobre privatización de 60 grandes centros hospitalarios de la Seguridad Social. Si eso es cierto, González anunció que el grupo popular da "por liquidada" la subcomisión del Congreso para la reforma del sistema nacional de salud.

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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