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Frontela culpa a los forenses de Alcàsser de la pérdida de indicios sobre los asesinos

Sara Velert

El enfrentamiento entre los peritos del triple crimen de Alcàsser en el juicio contra Miguel Ricart estalló ayer en un crispado debate en el que el catedrático sevillano Luis Frontela defendió sus hipótesis a través de un duro ataque a los forenses valencianos y a su supuestamente incorrecto procedimiento en la primera autopsia a los cadáveres de las niñas. Frontela, que no aportó datos que avalen sus teorías, incluso les acusó de que al hacerla se perdiesen presuntos indicios sobre los posibles asesinos.

Sometido a un intenso interrogatorio por el abogado de la acusación popular, Frontela abandonó su relativa prudencia para arremeter contra los forenses valencianos y los argumentos con que desmintieron, entre otras, su hipótesis de que las niñas estuvieron enterradas en dos lugares diferentes.A la defensiva y excitado, el catedrático sevillano insistió en que el estudio de las larvas halladas en los cadáveres -que sólo ha visto en fotos y en el vídeo de las autopsias- podría ser revelador, ya que su tamaño no parece corresponder al estado de putrefacción de los cuerpos. Sin embargo, en el sumario existe desde marzo de 1993 un informe que describe otro tipo de restos que sí concuerdan con esa avanzada descomposición.

Los forenses valencianos, que no consideran fiable el estudio que propone por, entre otras razones, la escasa cantidad de fauna cadavérica existente, subrayaron que Frontela pudo recoger muestras de larvas en su autopsia si las creía de tanta importancia. El abogado de la acusación popular le recordó que en sus escritos al juez nunca se interesó por ese tipo de muestra.

Frontela contraatacó con un nuevo argumento: el de la ausencia de livideces (manchas violáceas del contacto del cuerpo con una superficie) en los cadáveres. Así, sugirió que esta circunstancia sería explicable si hubieran sufrido una fuerte hemorragia o sus cuerpos hubiesen estado sumergidos en el agua, pero no dispone de ningún dato que lo avale.

Los forenses valencianos le rebatieron aduciendo que en un cadáver en avanzado estado de putrefacción no es posible llegar a esa conclusión y también explicaron que cualquier alteración de la posición de los cuerpos con un doble enterramiento habría dejado rastros "casi imposibles de borrar" en ellos y otro tipo de fauna cadavérica que sólo habría desaparecido si se hubieran lavado minuciosamente antes de cambiarlos de sitio. Fernando Verdú, su portavoz, concluyó tajante: "Una autopsia significa 'yo veo'. Y eso está reñido con el 'yo imagino".

Frontela utilizó reiteradamente como argumento lo que vio en un vídeo de las autopsias, que él mismo considera incompleto, y basó buena parte de su exposición en lo que se podría haber hallado de haberse realizado de forma distinta tanto las mismas como el levantamiento de los cadáveres, pero no aportó datos. Cuando se le señalaron contradicciones con sus propios informes las negó y consideró que permiten conclusiones más amplias.

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En la línea de Fernando García, el padre de Miriam, que sostiene que las niñas pudieron ser víctimas de personas que graban vídeos de violencia y asesinato real, Frontela añadió al supuesto sospechoso de 40 años que ejerce un sadismo mayor, un sujeto que "pudo" presenciar una especie de "puesta en escena" de los ataques sufridos por las víctimas. Pero tampoco dio ningún dato sobre esta nueva hipótesis, que no apoyó como en otros casos en la "literatura científica".

En medio de esta disputa entre peritos quedó claro ayer que los forenses no explicaron a la Guardia Civil los pormenores de la autopsia como pretende Ricart, que en sus confesiones dio detalles sobre la posición de los cuerpos y sus lesiones.

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Sobre la firma

Sara Velert
Redactora de Internacional. Trabaja en EL PAÍS desde 1993, donde ha pasado también por la sección de Última Hora y ha cubierto en Valencia la información municipal, de medio ambiente y tribunales. Es licenciada en Geografía e Historia y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, de cuya escuela ha sido profesora de redacción.

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