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Tribuna
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Sin iniciativa

Intuir mal los golpes. La clave fundamental del partido estuvo ahí. Sergí Bruguera no consiguió nunca intuir con precisión la dirección de los golpes de Gustavo Kuerten. Eso le impidió llegar cómodo a las bolas y' como consecuencia, no pudo llevar nunca la iniciativa del juego.Un tenista genial. Para mantener a Bruguera a dos metros del fondo de la pista hace falta algo más que calidad. Kuerten demostró ayer que es un tenista genial, imprevisible. Ataca la bola muy arriba y su excelente condición física le permite estar siempre encima de ella. Ayer llegó con tal comodidad que pudo permitirse abrir ángulos inesperados, variar la dirección casi en el mismo momento del impacto, y desorientar por completo a su rival.

Bruguera, desbordado. A pesar de lo que estaba ocurriendo en la pista y de comprobar que a medida que el partido iba avanzando el título se le iba alejando, Bruguera no perdió la calma y siguió jugando a un excelente nivel. Pero ayer se vio desbordado y en la parte final del partido debió de sentirse incluso impotente para enderezar la situación. Nunca llegó a sentirse cómodo en la pista, a pesar de haber ganado en ella los dos títulos más importantes de su vida.

Dentro de la pista. La consecuencia lógica de que Sergi no tuviera el control de los puntos fue que se vio obligado a jugar fuera de la pista. La trayectoria de sus golpes era, pues, mucho más larga que la de Kuerten, que pudo permitirse estar siempre o sobre la línea de fondo o ir ganando terreno hacia la red. Desde ahí es posible abrir ángulos, intentar dejadas o ganar unos metros y acabar los puntos en la red. Kuerten utilizó toda su amplia gama de golpes para desorientar a Bruguera.

Estado de gracia. Bruguera se defendió durante todo el partido como un gato acorralado y logró algunos disparos dignos de su categoría. Si Sergi hubiera conseguido alargar el partido, probable mente Kuerten habría descendido el ritmo y el ni vel de su juego. Para desarrollarlo debe estar en plenitud de condiciones físicas. Sin embargo, ayer el brasileño se mantuvo siempre en estado de gracia. E incluso algunos puntos que debía ganar claramente Sergi acabaron cayendo al otro lado.

Como un campeón. Otro factor determinante fue que la presión estaba toda del lado de Bruguera. El español había ganado dos veces en París y era el favorito a todas luces. Kuerten, en cambio, había disputado menos de 50 partidos en el ATP Tour en toda su carrera y nadie le esperaba en la final. Sin embargo, Kuerten se comportó como un auténtico campeón desde el principio hasta el final. Y cuando tuvo que ganar, la presión no le impidió seguir golpeando la bola con todas sus fuerzas.

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