Y el euro va
EL GOBIERNO alemán ha roto algunos platos de la vajilla de Maastricht. Francia tiene que dar en los próximos días una clara señal de su compromiso con el proyecto del euro. El Ejecutivo socialdemócrata sueco, al adelantar que no será de los primeros en arrancar con la moneda única, ha quebrado la letra y el espíritu del Tratado de Maastricht. Y en Londres, Blair saca a relucir la tradicional postura británica al preferir un aplazamiento del euro a un nacimiento prematuro; entiéndase, prematuro para los británicos. A pesar de todo ello, los mercados parecen haber apostado por un euro en la fecha prevista: 1 de enero de 1999. España, también.¿Será más débil este euro? Es pronto para asegurarlo, aunque se ha debilitado la base política que sustenta el proyecto. Su principal paladín, Helmut Kohl, ha perdido credibilidad al haberse visto obligado a aceptar que la revalorización de sus reservas de oro se hará en 1998, y no en 1997 como quería, para reducir la deuda pública alemana. Ahora tendrá que hacer otra pirueta para que le cuadren las cuentas a final de año, ya sea aumentando los impuestos -a lo que se niega su aliado liberal-, ya sea recortando el presupuesto.
Los ministros de Economía de los Quince deberán lanzar el lunes, en su reunión ordinaria en Luxemburgo, una señal que refuerce el proyecto. El Ecofin tendría que ratificar el Pacto de Estabilidad para evitar los déficit excesivos una vez dentro de la unión monetaria, ocasión para que el nuevo Gobierno francés aclare su postura al respecto. El nuevo titular de Economía y Hacienda en el país vecino, Dominique Strauss-Kahn, asegura que Alemania no tiene nada que temer. Pero serán ante todo Jospin y Kohl -que han de reunirse, como tarde, en la cumbre bilateral prevista para dentro de una semana, en vísperas del Consejo Europeo de Amsterdam- los que tendrán que apuntalar sin dudas el proyecto del euro.
No por esperada la decisión de Suecia resulta menos preocupante. Ese país entró en la UE cuando ya se había negociado el Tratado de Maastricht, cuyo acervo aceptó en su totalidad, incluido el paso al euro para los países que cumplan los criterios de convergencia. En materia monetaria, el tratado sólo contempla posibles excepciones para el Reino Unido y para Dinamarca. Suecia crea así un mal precedente.
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