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LA CRISIS DE LA AUDIENCIA NACIONAL

Cardenal tuvo que apadrinar a Fungairiño en su toma de posesión ante el boicoteo de los fiscales

Eduardo Fungairiño, el nuevo fiscal jefe de la Audiencia Nacional, tuvo que ser apadrinado en su toma de posesión por el fiscal general del Estado, Jesús Cardenal, al no aceptar la encomienda ninguno de los fiscales de Sala del Tribunal Supremo. El plantón de la carrera fiscal fue casi general, exceptuando el grupo de los indomables, dos fiscales de Sala y un puñado de simpatizantes. A la toma de posesión del polémico fiscal jefe, que ocupa la plaza del defenestrado José Aranda, acudieron funcionarios judiciales y auxiliares de la Audiencia Nacional, aunque la representación más llamativa fue la de una veintena de comisarios e inspectores del cuerpo de Policía, que completaban el Salón de Plenos del Supremo.

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El plantón de la carrera fiscal a Fungairiño no por anunciado fue menos espectacular. La presencia del teniente fiscal del Supremo, José Aparicio Calvo-Rubio, y del fiscal de Sala de lo Contencioso, Rogelio Gómez Guillamón, constituyó toda una sorpresa, habida cuenta de que ambos firmaron el acuerdo de la Junta de Fiscales de Sala que considera ilegal este nombramiento. Gómez Guillamón incluso pidió públicamente hacer "una limpia" en la Fiscalía de la Audiencia. También acudieron junto a Fungairiño cuatro de los 20 vocales del Poder Judicial: Margarita Retuerto, Rubén Jiménez y Enrique Arnaldo, propuestos por el PP, y Emilio Olabarría, propuesto por el PNV.Junto a éstos, la representación quedó limitada a algunos fiscales antidroga, que comparten el mismo edificio, como Pablo Contreras o José Antonio del Cerro, y alguno del Tribunal Supremo. Los fiscales indomables Ignacio Gordillo, María Dolores Márquez de Prado y Pedro Rubira se sentaron en el mismo banco, y cerca de ellos siguieron el acto los fiscales Jesús Santos e Ignacio Peláez, también de la Audiencia Nacional.

Por contra, faltaron once fiscales de Sala, tres de la propia Fiscalía que mandará Fungainiño, los demás Antidroga, los Anticorrupción y los de la Fiscalía de Madrid. Y, con la excepción de los integrantes de la Sala de Gobierno del Supremo, más de la mitad de los estrados del Salón de Plenos del Supremo quedaron vacíos.

Asistieron también el presidente Siro García y algunos magistrados de la Sala de lo Penal, y los jueces centrales de instrucción, entre ellos Baltasar Garzón y Javier Gómez de Liaño. Pero el núcleo central lo constituían funcionarios auxiliares de la Fiscalía y de la Audiencia y miembros del cuerpo de Policía de la misma. El acto fue seguido por alrededor de cuarenta fotógrafos, cámaras de televisión y periodistas de tribunales.

El ritual se cumplió en apenas cinco minutos. La expectación sobre quién sería el padrino del nuevo fiscal jefe se diluyó en murmullos cuando se anunció que sería el propio Jesús Cardenal quien introduciría a Fungairiño en el Salón de Plenos.

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Tras la jura del cargo, los funcionarios iniciaron un aplauso que fue seguido por algunos compañeros de Fungairiño y algún magistrado, como José Luis Manzanares. Fuentes fiscales indicaron que en las aperturas de tribunales y tomas de posesión nunca se aplaude, puesto que se celebran con la misma solemnidad que la audiencia pública. Entre las escasas excepciones que se recuerdan figura la ovación tributada al Rey por unas palabras de homenaje a Carmen Tagle, asesinada por ETA.

Posteriormente, Fungairiño tomó posesión en la Fiscalía del Estado. Ni siquiera allí la ceremonia resultó normal, ya que, según fuentes fiscales, se celebró en el despacho del fiscal general del Estado y no en la Sala de Juntas como es habitual.

El fiscal jefe de Madrid, Mariano Fernández Bermejo, dijo que esta toma de posesión le recordaba la novela Cien años de soledad.

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