Los gaullistas pelean ya por el liderazgo del partido
La derecha francesa es hoy un campo de batalla en ruinas, pero en el que se sigue combatiendo, sólo que ahora el enemigo son los antiguos aliados. Alain Juppé, el ex primer ministro y aún presidente de la neogaullista Unión por la República (RPR), anunció ayer que convocaba un congreso extraordinario "lo antes posible" -el plazo legal mínimo es hasta septiembre- para que los militantes "elijan nuevo presidente". Mientras, nombró al ex ministro del Interior, Jean Louis Debré, nuevo secretario general del partido y responsable de preparar dicho congreso.Algunos no parecen dispuestos a esperar tanto, y una veintena larga de diputados y senadores ya ha lanzado la candidatura de Philippe Séguin como sucesor en la presidencia del gaullismo. Pierre Mazeaud, antiguo presidente de la comisión de leyes y diputado muy influyente, pidió a Séguin que "tomase la dirección del movimiento gaullista", y precisó que era "el único en poder decirlo abiertamente porque también fue el único en decirle a Chirac que no tenía que disolver la Asamblea Nacional".
La llegada de Séguin a la cabeza del gaullismo supondría no sólo la liquidación de la corriente tecnocrática encarnada por Juppé, sino también dotar al máximo rival en la derecha de Chirac de la plataforma que desea para convertirse en su sucesor. Séguin y Balladur se reunieron, según parece, para evitar que Juppé se suceda a sí mismo, oficialmente para "ponerse de acuerdo sobre las condiciones de la renovación y las formas de reagrupamiento".
La otra gran familia de la derecha francesa también anda enzarzada en ajustes de cuentas políticas tras las elecciones. Ayer, François Léotard, presidente del liberal Partido Republicano (PR) y de la coalición UDF, comunicó "no ser candidato a mi sucesión en el PR", y encargó a Alain Madelin que se ocupase del congreso, que, con casi toda seguridad, le consagrará sucesor.
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