Seísmo
Galicia, el país de los mil ríos, ha recuperado con el último seísmo el caudal del río Antigua, perdido como consecuencia de otro seísmo anterior. Las aguas del río Cruzul, en Becerreá, o las del Cabe, cuando nace, se ven turbias. Han nacido nuevas fuentes. La Tierra tiene que sufrir necesariamente.En Pontevedra sólo se han producido, según el concejal de Seguridad Ciudadana, simples anécdotas. Cierto que alguna gente ha llegado a salir a la calle, asustada; pero, por lo demás, simples anécdotas. Ya se sabe: un letrero luminoso caído en el centro comercial A Barca. La proximidad de los bomberos ha sido providencial; su intervención ha evitado quizá un incendio de grandes proporciones. Otra de las noticias ha sido el reventón de una tubería de traída en la plaza de Barcelos. Y un ordenador de la policía ha perdido unas multas, felizmente recuperadas.
Las autoridades ya están en la labor de la recalificación de Galicia como zona de riesgo sísmico, que parece hay que considerar al alza; pero, al margen de eso, yo quisiera insistir en las que han sido calificadas como simples anécdotas pontevedresas.
¿Qué habría sucedido si, en vez de caerse un letrero luminoso, se hubiese caído una torre de iluminación del complejo de Lourizán? ¿O si, en vez de reventar una tubería de Barcelos, se hubiese producido el percance en el tinglado del cloro o hubiese reventado alguno de los camiones bomba que circulan por nuestras carreteras o calles? Un ordenador averiado en el complejo de Lourizán podría desentenderse, a lo mejor, de la famosa optimización del impacto ambiental. En fin, la imaginación es libre, aunque, tristemente, el poder está urgentemente necesitado de una buena dosis de imaginación y de honradez.-
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