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Entrevista:

"El miedo del que tiene empleo debería cotizar en Bolsa"

Soledad Gallego-Díaz

Viviane Forrester ha escrito siete novelas, una biografía de Van Gogh y tres libros de ensayo, además de decenas de críticas literarias en Le Monde. Aun así, esta escritora francesa, de 71 años, nunca había conocido un éxito tan espectacular como el que consiguió el año pasado con un libro titulado L'horreur économique, que, con casi 350.000 ejemplares de venta en pocos meses, se convirtió en un inesperado éxito de ventas. El ensayo, que ha sido traducido ahora al español (Ed. Fondo de Cultura Económica), denuncia, con un lenguaje extraordinariamente combativo, el fin de un mundo en el que los conceptos de trabajo y empleo tenían un significado. Forrester, cuyo apellido de soltera es Dreyffus, vivió de pequeña un año en Madrid, donde se refugió su familia huyendo de la ocupación alemana y de la persecución antisemita en Francia. "Vivíamos en el hotel Palace y me pasé casi todo el tiempo metida en el Prado", recuerda.Pregunta. ¿Por qué alguien que es novelista escribe un libro sobre economía y empleo?

Respuesta. Yo no veo compartimentos estancos entre las distintas disciplinas. Para mí, Shakespeare, por ejemplo, escribió mucho sobre economía y hoy día escribiría aún más, porque la economía es cada vez más secreta, más poderosa y con más capacidad de modificar el destino de cada ser humano. Todo el mundo debería interesarse por la economía. En mi libro intento plantear grandes preguntas sobre verdaderos problemas. Intento poner de manifiesto determinadas cosas, que son económicas y que afectan a la política. Por ejemplo, en marzo de 1996 se anunció que disminuía mucho el desempleo en Estados Unidos. Los mercados bursátiles de todo el planeta bajaron espectacularmente. En la primera página de los diarios europeos se hablaba, como siempre, de prioridad en la lucha contra el desempleo. Dentro se recogía esa otra noticia y se explicaba que la bajada del desempleo era una mala noticia para las empresas. Pasa muchas veces. Recientemente se anunció el cierre de la factoría Renault en Vilvoorde y las acciones subieron como una flecha.

P. Según usted, ya no habrá nunca suficiente empleo para todos los que quieren trabaja". si eso es así, ¿por qué critica usted el empleo a tiempo parcial?

R. No critico eso. Creo que antes que de una repartición del trabajo podría hablarse de un reparto diferente de la riqueza. El otro día, una señora muy adinerada me decía que no comprendía por qué en Francia la gente no quiere compartir sus puestos de trabajo. Le contesté que por qué creía ella que alguien que no gana demasiado va a aceptar compartir sus ingresos. Creo que puede hablarse de un reparto diferente del trabajo, pero no de compartir los ingresos. Además, no se trataría de una solución temporal, para una crisis momentánea, como quieren hacemos creer. Deberíamos estar guardando ya duelo por la desaparición de una sociedad con pleno empleo o, incluso, con empleo suficiente.

P. ¿La sociedad ya no está basada en el trabajo?

R. No está basada en el empleo. Yo no discuto la globalización de la economía o las nuevas tecnologías. Sería absurdo. Tanto mejor si existen.. Pero pueden ser beneficiosas para todo el mundo. Pero se está interpretando todo en función de la potencia económica y no se tiene en cuenta la política. Habría que afrontar la situación tal y como es, con la mundialización, con las nuevas tecnologías, con la decadencia del empleo y de la vida asalariada. Afrontarla políticamente. Seguimos proponiendo, en particular a los jóvenes, un tipo de vida asalariada. Es algo anacrónico. No ha cambiado la idea que existía en el XIX. Y culpabilizamos a los jóvenes si no tienen trabajo. Seguimos creyendo que lo normal es tener un empleo y eso aumenta la vergüenza de quienes no lo logran. Es aberrante. La vergüenza del que no tiene empleo, y el miedo de quien lo tiene. Esa vergüenza y ese miedo deberían cotizar en bolsa porque son elementos de los beneficios.

P. Cuando dice que esos problemas deben ser afrontados desde un punto de vista político, ¿se refiere a un marco nacional o internacional?

R. Internacional. Mire lo que pasó en Vilvoorde. La idea de grandes redes internacionales debe ser recuperada. La economía actual no tiene fronteras, y además, cada día se desreglamenta más y más.

P. ¿Qué papel cree usted que puede jugar la Unión Europea?

R. En principio la Unión Europea se crea para que Europa defina su identidad frente a Estados Unidos. Pero, por el momento, la manera en la que se está construyendo, desde un punto de vista financiero y monetario, está produciendo un efecto contrario. Nos estamos alineando con Estados Unidos. Sin embargo, tengo una gran confianza en la opinión pública. Creo que la presencia de Tony Blair en Inglaterra va también a cambiar las cosas. Como las elecciones francesas. La existencia de una Europa social es algo muy importante. Recuerde que cuando se cerró la factoría belga de Vilvoorde, los trabajadores de Renault en Francia, España y Eslovaquia fueron solidarios.

P. Las encuestas señalan que existe un gran malestar entre las opiniones públicas europeas por la situación actual.

R. Claro. Estamos ante algo que es ridículo. Y dramático. España, Italia, Francia, incluso Alemania, se contorsionan para acomodarse a un modelo determinado. Se diría que es palabra de Dios y que no hay alternativa posible. Todo el mundo sufre, hace sacrificios, y pese a todo, no logra el objetivo. Estamos destruyendo todo un tejido social, sus infraestructuras. Se nos quiere hacer creer que lo que no es rentable es inútil. Hay cosas primordiales, indispensables, como la educación y la sanidad, y es precisamente ahí donde se quiere que Europa haga economías. Y todo eso para entrar en Europa. Es absurdo.

P. ¿Cree usted que, las opiniones públicas obligarán a reforzar la existencia de una Europa social?

R. La opinión pública va a hacer cambiar muchas cosas. Cuando se hablaba de Tony Blair, todo el mundo decía: es pro-Thatcher. Era falso. Las primeras medidas que ha adoptado son anti-Thatcher. Yo no soy pesimista. Creo que las cosas pueden cambiar. Mire en Francia, nadie creía que la izquierda podía levantar cabeza. Y lo ha hecho. Los políticos de derecha y de izquierda creían que existía un núcleo fascista en Francia, que había gente tentada por él, incluso si no era fascista, y que el resto era indiferente. Pues bien, ha habido grandes manifestaciones contra la ley Debré [inmigración] y una gran concentración contra el Frente Nacional. Sólo entonces se han dado cuenta de que Francia es antifascista de una forma activa.

P. Quizás el problema no es que los ciudadanos no confíen en sus políticos, sino que los políticos no confían en sus ciudadanos.

R. Es cierto. Los ciudadanos quieren una Europa social y los políticos deben apoyarse en ellos para lograrla. Pero estamos sometidos a una propaganda tan fuerte... Espero que mi libro ayude a aquellos que piensan como yo, pero que no se atreven a decirlo, sometidos como están a pura propaganda, que no admite discusión de puntos de vista. ¿Se nombra en España todo el tiempo a la libertad cuando se habla de mercado, como sucede en Francia? El otro día vi en televisión a dos personas, una liberal y otra no. El liberal no hablaba de libertad de mercado. Hablaba de libertad a secas, pero se refería a la otra.

P. ¿Qué contestaría si alguien le dijera que su libro puede tener algunas ideas filosóficas, pero que no parte de conocimientos económicos sólidos?

R. No he escrito un libro sentimental. Insisto en que no estoy contra la mundialización o las nuevas tecnologías. Al contrario, digo que la política debe tomarlas en cuenta, que no puede dejarse exclusivamente a la economía. Y a quienes dicen que no doy soluciones les contestaría que primero hace falta plantear las preguntas correctas. Se están dando miles de respuestas a cuestiones mal planteadas.

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